Era raro saludarnos con un beso en la mejilla, cuando incluso nuestras lenguas se conocían.
Empezé a esperar todos los días tu pregunta. "¿Vamos a nuestro lugar?".
Me di cuenta de que me hice dependiente de tus besos. Siempre quería tenerlos, a toda hora. Y sólo para mí.
Lástima que tú no querías así los mios.
Sólo fui unos labios más para ti.
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Gracias por romperme el corazón.
ContoIntento de historia escrito a base de algo verídico. Usado como desahogo. Escrito hace más de un año atrás.