-¡Su!- me giro y veo a Kentin mirándome enfadado. Yo lo miro sorprendida; nunca había visto a mi primo furioso.
-¿Qué pasa? ¿Qué me he perdido?-
-Te dije que no hablarás con Castiel a la mañana, ¿te acuerdas?- Debrah está al lado suyo, penetrándome con la mirada.
-¿Qué? ¿Castiel? ¡Pero si ni siquiera se quien es!- me defiendo. Kentin, más calmado, me responde:
-Era el chico pelirrojo con el que estabas hablando hace unos segundos.- me quedo callada por unos segundo, analizando la situación. Es verdad que ese chico era bastante directo y un poco misterioso, pero no me había parecido una mala persona. Aún así, me guardo esos pensamientos para mí; no quiero tener problemas desde el primer día.
-Ah... no lo sabía, perdona. Además de que él se acercó a mí.- me disculpo, poniendo una mueca.
-No pasa nada, pero ten cuidado.- se acerca más a mí, y me susurra sin que nadie mas lo oiga:
-No quiero que nadie te haga sufrir.- me sonrojo pero intento disimularlo. Debrah sigue mirándome fijamente, dándome bastante mal rollo. Inesperadamente, sonríe y me abraza, dejándome atónita.
-Cariño, te acabo de conocer pero presiento que seremos muy buenas amigas, y no quiero que lo pases mal. Así que intenta ignorar a ese chico, o todo irá mal para ti.- lo último que dice suena como una amenaza, pero sonrío falsamente y asiento con la cabeza.- Además, yo nunca me equivoco, soy como una especie de vidente.- suelta una risilla que Kentin acompaña. Yo me quedo callada, analizando lo que acaba de suceder.
-Vale, gracias chicos. Yo... me voy yendo a clase.- digo finalmente, con la mente aún pensando en lo sucedido.
-Hasta luego, Su. Nosotros vamos en unos minutos.- se despiden y se van a hablar con otros alumnos. Yo entro en mi clase, y me quedo de pie, sin saber donde sentarme. No soy del tipo de personas que se acerca a donde alguien y le pide permiso para sentarse y hacer amigos. Soy más de las que intentan pasar desapercibidas.
Miro al fondo de la clase y veo a un chico de pelo negro y ojos azules sentado a solas, jugando con una consola. Me acerco a él, y cuando voy a sentarme, él se gira a mirarme.
-Hola.- le saludo, y me siento a su lado. Él me mira sonriente sin decir nada. De repente se empieza a reír y yo levanto una ceja.
-¿Pasa algo?- le pregunto, sacando los libros de mi mochila.
-Solo pensaba que te pareces a la princesa Peach de Mario Bros.- yo lo miro con la boca abierta, mientras él se sigue riendo. Decido contraatacar:
-¿Ah, sí? ¡Pues tú tienes un gran parecido con Makoto del anime School Days!- ahora el que se queda bocabierto es él, mientras yo me río.
-¡No, por favor! Sé que soy muy kawaii, pero jamás usaría eso para ligarme a tantas chicas.- se hace el ofendido, yo le sonrío burlona.
-¿Tú kawaii? ¡Pero si no llegas ni a moe!- le sigo picando, y el se sigue haciendo el insultado.
-Además, puede que sea rubia y de ojos azules como Peach, pero no soy dulce y débil como ella. Jamás me dejaría rescatar por un chico.- respondo, orgullosa. Él me regala una sonrisa ladeada, que hace que mi corazón se acelere. Solo un poquito.
-Jo, pues yo no tendría ningún problema en rescatarte. Aunque me encantan las chicas peleonas.- dice, con una mirada sexy, acercándose a mí. Yo le sigo el juego, y también sonrío sugerente, pero cuando estamos solo a centímetros, le susurro:
-Y luego dices que no eres ligón...- los dos nos reímos levemente y el me revuelve el pelo con confianza. Aunque nos acabamos de conocer, siento que seremos buenos amigos, y eso que yo no suelo hacerlos fácilmente.
-Ejem...- alguien carraspea a nuestro lado. Me giro y veo a Kentin mirando al chico amenazante.
-Su... No sabía que se te daba tan bien hacer amigos.- dice en tono sobreprotector. El pelinegro solo lo mira sonriendo burlón.
-No se me da bien; esto ha sido un golpe de suerte. No hace falta que te pongas celoso, Kentin.- mi primo se sonroja y aparta la mirada de forma muy adorable.
-No estoy celoso, pero da la casualidad de que este chaval no es muy buena influencia.-
-Perdóneme, Yanderetin, por no ser el hombre adecuado para su hija.- se burla el mencionado, haciéndome soltar una risilla.
-No me vuelvas a llamar así, Armin.- le suelta Kentin, mirándolo desafiante.
¿Armin? ¿Así que ese es su nombre? Me gusta, suena bien en él...
-¿Y por qué se supone que soy mala influencia?- pregunta Armin, aún sonriente.
-Bueno, eres un antisocial que siempre está viciado a la consola y solo habla con la gente para intentar trollearlos. Solo por eso.- responde sarcástico Kentin.
-Entonces no somos tan diferentes.- suelto yo, haciendo que Kentin y Debrah, quien esta sentada enfrente mío, me miren confusos. Armin, en cambio, me sonríe cómplice.
-Bueno Su, estoy sentado enfrente, así que si tienes algún problema dime.- acaba cediendo Kentin, y se siento al lado de Debrah. Ellos dos se ponen a hablar y yo me quedo mirando la pared, sin prestarles atención.
Siento un toquecito en el hombro, y cuando me giro veo a Armin observándome con su habitual sonrisa. Al mirarlo me acuerdo de una frase que me enseñó mi abuela:
"Las personas que más sonríen son las que más dolor guardan."
Él abre la boca para decirme algo pero entra el profesor y nos quedamos callados.
¿Qué querría decirme?
ESTÁS LEYENDO
Corazón de melón: Detrás del videojuego [CANCELADA]
RomanceEste fanfic está inspirado en el juego Otome "Amour Sucré" o "Corazón de Melón" en España. Los personajes no son creación mía; pertenecen a su creadora ChinoMiko; excepto muy pocos personajes inventados por mí.