Adiós(II)

41 0 0
                                    

-Los médicos han dicho que le quedan horas, que nunca va a volver a abrir los ojos, no hay cura ni vuelta atrás, le desconectarán en dos horas -dice la mujer con lágrimas a punto de salir.

Me dejo caer en la silla, derrotada, impotente con las ganas de hacer algo pero con la imposibilidad de que nada de lo que haga cambiará las cosas. Sin darme cuenta mis ojos sueltan algunas lágrimas nerviosas, con el labio tembloroso y con muchas ganas de huir de aquel hospital. Con ganas de salir corriendo hacia ninguna parte e irme de esa isla. Con ganas de volver al pasado y enmendar los errores y el único error que me costará toda la vida, enamorarme de aquel chico que en tres días conocí y al parecer me enamoré. Él siempre me había dicho que no lo entendía, que no entedía por qué yo me había enamorado de él, que nunca nadie le había prestado atención, que él nunca había sido importante, que no tenía nada especial, que era una persona más en el mundo. Al momento entré en la habitación corriendo, donde me había llevado mis piernas, donde siempre había soñado estar, a su lado, acostada con él aunque fuera es su lecho de muerte. Me acomodé con él le cogí con las dos manos la cara y le besé en los labios como nunca había besado a nadie y sentí lo que sabía que sentiría, mi primer beso. Apoyé mi frente en la suya y comencé a llorar encima de sus mejillas, gritando por favor que no se fuera, que le necesitaba, que podía tenerle a 2000 km de distancia, pero no a una eternidad de él.

-Te amo, David, te amo.... No te vayas -resoplo-. Nunca has entendido por qué eres tan importante... yo tampoco, solo sé que eres mi rey, y eres lo que necesito. Te amo porque eres tú quien me enseñó a amar, a no tener miedo. Fuiste tú lo que andaba buscando desde que nací, eras tú mi príncipe azul, eres tú con el que siempre he bailado en mi habitación cuando imaginaba un chico ideal. No eres perfecto, que va, pero eres todo lo que me falta. Que no he conocido persona con la que no haya tenido tanta confianza en tan poco tiempo, que eres la persona que ha hecho latir mi corazón, que has sido la persona que ha alimentado mi alma, mi existencia, que cada día lucho porque vivas, que cada día pido que regreses donde nos conocimos, que todas las noches del 5 de Junio las recuerdo como algo maravilloso, que no habrá noche igual y que nadie nos podrá quitar nuestra noche, porque esa noche es nuestra, esa noche no le pertenece a nadie. Me preguntaste si me gustabas y fui una estúpida al mentirte. Claro que me gustabas, me enamoraste desde el primer momento cuando me dijiste tu nombre. Que te comencé a amar cuando ya no estabas, cuando todo había acabado y me di cuenta que había perdido a una persona increíble, que no sabría dirigir las riendas de mi vida si no volvías.

Me recosté en un lado y le pasé un brazo por su costado y pasé un brazo suyo por el mío. Me quedé allí. Acostada a su lado, mirándole, deseando que regresara, fundiendo mis dedos en su pelo, intentando recordar el marrón de sus ojos e imaginándome como sabría el veneno de sus labios estando despierto. En aquel momento me di cuenta de todo. No estaba celosa de nadie, ni de su novia, ni de sus exs ni nada. Estaba junto mi rey, el legítimo y único heredero al trono de mi reino. Que aunque fue poquísimo tiempo para nada, construyó mi mundo. Que entendí que la vida no sirve de nada si lo que amas se va y en aquel momento pensé que era mejor irme yo también, habría hecho una estupidez porque a lo mejor en la eternidad no me aguantase, pero nunca me hubiera arrepentido de haber hecho lo que hice. Notaba como su piel dejaba de desprender calor, que su respiración poco a poco se iba apaciguando. Iba muriendo lentamente aunque siguiera conectado a la máquina que le mantenía con vida. Tenía miedo a que llegara ella, su novia, a la que él amaba sin haberse dado cuenta que yo quería compartir su lecho de muerte. Le agarré fuerte y lloré, lloré como nunca, mojé su camisón porque me refugié en su pecho, porque es lo que me hacía sentir a salvo, me resguardé de todo, de toda la realidad, de todo el pasado y solo quería saber que demonios iba a pasar. No podía terminar todo, la historia no acaba así, qué pasaría si él se iba.

Mini RelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora