Los Calcetines

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Este monólogo lo he querido hacer con todo el cariño de mi corazón. Con estas palabras simples y con un sentido, quiero sacar una sencilla sonrisa a quien esté leyendo esto, ya que la vida siempre hay que mirarla con una sonrisa en la cara.

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Los calcetines son la prenda de vestir más maltratada que tenemos en nuestro cajón de la ropa interior, siempre los guardamos con esas prendas, pero ¿por qué? Es muy simple la respuesta, por que es el cajón de la ropa magullada. En el caso de las mujeres, lo que más se rompe son las bragas y los sujetadores, y siempre por el mismo lado; la gomita de las bragas y el aro o tirantes del sujetador. No sé cómo pero siempre pasa. Y en el caso de los hombres, los calzoncillos sucios y lavados y algún que otro agujero en algún sitio inesperado. Pero, retomando el tema, los calcetines lo pasan canutas en ese frío y oscuro cajón, con todos sus compañeros.

La vida de un calcetín no es nada fácil. Lo primero, cuando nacen, ven por primera vez a su hermano gemelo y los cosen con un hilo blanco a un trozo de cartón. Ahí, nuestro joven calcetín vive su adolescencia con su hermano, uno aprendiendo del otro. Cuando el par de calcetines ha aprendido lo suficiente para el largo camino de la vida, una señora muy maja los coge y se los lleva a casa. En este momento ocurre un gran cambio para el pobre calcetín. Le cortan el hilo que le unía de su hermano, los juntan y le dan una vuelta muy extraña, que los pobres calcetines no entienden. El gran alivio de los hermanos es que siguen juntos. La señora los mete al cajón y allí, conocen a los demás calcetines y prendas de vestir. Los ciudadanos del cajón les cuentan a la pareja como es su dueña. Aquí se decide la vida de estos dos calcetines; si la persona es cuidadosa y ordenada, los hermanos caminaran y permanecerán juntos por mucho tiempo, (a no ser que la lavadora se los trague, muy común eso, ¡cuidado!) pero si la persona es un desordenado y un cafre, los calcetines empiezan a temblar y quieren salir corriendo, pero no pueden, para eso tienen que estar en algún pie.

Después de varios años juntos empiezan los problemas. Con el roce de los señores zapatos uno de los hermanos empieza a desgastarse por el mismo lado, una y otra vez, y al final el pobre calcetín se le abre la piel, formando un gran agujero. ¡Madre mía! ¡Qué desastre! El calcetín tiene un "tomate" (o por lo menos así se dice en mi casa). Aquí me vuelve a surgir otra duda, ¿por qué se llama tomate a los agujeros que nos hacemos en los calcetines? No tiene forma de tomate que yo sepa, a no ser que, por la fricción que hace el zapato en el dedo desnudo del señor, se pone rojo y por eso el nombre. Habrá cosas que nunca se responderán. Después de haber sufrido la herida, el calcetín tiene tres posibilidades de vida: 1- Al portador no le importa ir con un gran agujero en el calcetín, lo cual no se diferenciaría si tuviera o no, porque el agujero se iría haciendo más grande y desaparecería. 2- El portador es hábil y somete al calcetín a una cirugía para cerrar la herida con puntos, así el calcetín podría presumir de cicatriz y 3- (La más cruel) Tirar el calcetín a la basura, implicando también la muerte del hermano. Los calcetines siempre rezan para que sea alguna de las dos primeras, porque los calcetines lloran ¿sabéis? ¿Nunca habéis visto un calcetín con bolitas, a las que llaman pelusas de tanto uso? Pues no son pelusas, son las lágrimas de los pobres calcetines que lloran por su futuro.

En toda la gama de calcetines, porque hay muchos tipos de calcetines, se pueden destacar varios:

Los de rayas: Son muy utilizados por los niños, para ir al cole y salir a jugar al parque. Esos calcetines permanecen siempre juntos hasta el día de su muerte, que no es muy lejana si están en pies de un niño.

Los de lunares: Son los calcetines refinados de la familia, siempre simétricos y para cosas importantes. Estos hermanos tampoco se separan nunca.

Los largos (hasta las rodillas): Muy utilizados para la gente que tiene que llevar uniforme y las madres con mucho frío. Son calcetines que nunca se pierden y son los padres de la familia.

Los cortos: Son los macarras de la fauna de los calcetines. Son los que más piel dejan ver y siempre van de chulos por llevar los zapatos más veraniegos de la temporada.

Los color carne: No entiendo muy bien para que sirven estos calcetines, son de color carne, que luego no queda bien con el tono de tu piel, porque nunca se parece y luego no abrigan ni quitan del frío ¿quién invento esto?

Los negros: Aquí me voy a meter más a fondo. No soy racista, porque yo tengo calcetines de todos los colores, pero hay un tipo de calcetines que se lleva todo lo malo, y es este calcetín. Los dos hermanos salen de la tienda juntos y felices, pero en el momento que se meten a lavar, no se vuelven a ver jamás. Esto pasa porque si hay otros calcetines de la misma raza, los humanos, que no comprendemos nada de estos individuos, pues los confundimos. Miramos la forma, la costura... pero nunca se acierta. Esto es muy trágico para los pobres calcetines, por eso, son negros y oscuros, los que se utilizan para hacer cosas aburridas, porque no son felices si no tienen a su hermano.

Las medias: Estas prendas no son ni pantalones ni calcetines, prácticamente no son nada. Pero son muy utilizadas por las mujeres en invierno, cosa que no entiendo. Dependiendo de las medias, grandes calcetines unidos por una bragafaja (yo lo definiría así) pueden valer para diversas cosas. Hay algunas tupidas que aíslan del frío en invierno, otras que son como los calcetines de color carne que no sirven para nada y luego están las típicas medias que no entran del todo. ¿Nunca os ha pasado que intentáis que lleguen las medias hasta el final y poderos abriros con libertad? Eso no ha pasado nunca, y quien haya logrado encontrar unas medias que permitan todos y libres movimientos que me diga donde las compra. 

Como veis la vida de los señores calcetines no es sencilla, se tienen que someter a pruebas muy rigurosas y siempre lloran por encontrar a su hermano gemelo. Y es que nosotros no entendemos a los calcetines, porque no hay una ciencia que se estudie el comportamiento de dicha prenda, pero ellos, sí nos entienden a nosotros, porque  nos cuidan de los roces de las zapatillas, nos permiten patinar por la casa, nos ayuda a mantener la memoria activa al juntarlos después de lavarlos y nos mantienen los pies calentitos. Así que después de haber leído las hazañas de nuestros pequeños amigos, saca ese calcetín con pelusas, sécale las lágrimas y juntalo con su hermano.


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