Te Conozco?

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—¿Nos conocemos de antes? —Preguntó.

—No.

—Me pareces muy familiar.

—Debe estar confundiéndome con otra persona...

—No lo creo. Es algo sobre tus ojos.

Mi corazón saltó en mi pecho sus palabras, en parte fue de alegría, y en parte por un miedo irracional a que descubriese mi verdadera identidad.
—Debe confundirme con una de las mujeres con las que bailó más temprano.

—Supongo que sí, —dijo él, sin que pareciera muy convencido.

—Tantas mujeres, tan poca luz. Estoy Seguro que todas comenzamos a parecernos entre sí.

—Algunas más que otras. —Bajó la voz en un susurro, como si estuviese compartiendo un secreto. —Algunas consiguen sobresalir.
Sus palabras me agradaron y me encontré sonriendo.

—Estoy feliz de poder animar su noche monótona. Debe ser difícil pasar horas rodeados de mujeres bellas y halagadoras.

Él rió. —Ahora estás siendo cruel.

—Y tú estás siendo cruel.

—Y usted está siendo capcioso.
Él balanceó la cabeza, había diversión en sus ojos, además de otra cosa también.

—Me confundes. —Dijo.

—¿Por qué?

—No eres como las otras muchachas.
Sus palabras me asustaron un poco. Obviamente, no estaba jugando mi parte. —

¿Qué quiere decir?
—Todas ellas fueron se incluían en una de tres categorías. Uno: mientras bailamos me dicen cuan hermoso y encantador soy. Dos: ellas me encuentran aterrador u no pueden ni siquiera mirarme a los ojos, y menos hablar conmigo. Tres: pasan cada segundo de nuestro tiempo juntos detallando lo maravillosa esposa que serían.

—Bueno, creo que es encantador y hermoso para causar terror, pero estoy segura que sería una esposa terrible.

—¿Por qué dices eso?
La pregunta me hizo reír en voz alta. Si el sospechase la verdad. —Hay muchas razones para enumerar.

Balanceó la cabeza de nuevo. —Definitivamente no eres como las otras muchachas.

—Voy a intentar ser más como ellas, si eso le agrada. ¿Cuál de esas tres opciones prefiere? Creo que puedo intentar con las dos primeras, pero la tercera puede estar más allá de mis habilidades.

—No, —dijo. Bromeábamos, pero de repente él pareció serio. —La prefiero más de esta forma.

Me sonrojé. No podía mirarlo a los ojos y me encontré estudiando la trenza dorada en su garganta. No sabía qué decir.

—Si te opones al casamiento, ¿por qué estás aquí? —Preguntó. —¿Tu padre te obligó a venir?

—No. Yo… —Vacilé, sin saber qué decir. El me miraba expectante por lo que resolví decirle la verdad. —Sólo quería verlo una última vez.

La música terminó, pero él no me soltó. Miré hacia él. Tenía aquella mirada reflexiva en sus ojos, como si estuviera tratando de entenderme. Me quedé inmóvil, preguntándome exactamente en qué estaría pensando. El instante pareció durar hasta siempre.

—¿Bailas conmigo otra vez?

Nada en el mundo podía hacerme tan feliz. —Claro.

Él sonrió e hizo un gesto para los músicos. Una nueva canción comenzó y danzamos.

Fue un poco enervante y emocionante estar tan cerca de él. Pechos… Mis
senos…, estaban aprisionados entre los dos y encontré la sensación increíblemente desconcertante, pero todo el resto era perfecto.

La forma como me miraba, la firmeza de sus manos en mi espalda mientras me atraía más cerca. Él provocaba alguna cosa en mí… Un dolor débil y constante entre sus piernas, tan diferente del sentimiento de excitación y al mismo tiempo inequívocamente reconocible. Esto hizo que mis rodillas se debilitaran y mi estómago se volviera inestable y lleno de mariposas. Cada pedazo de mi estaba atento, deseándolo de una forma como nunca antes lo hiciera. Me sentí febril y la necesidad que sentía por el diferente de todo lo que sentí hasta ahora. Mi cuerpo...
Mi cuerpo femenino  se quemaba de adrento hacia fuera. El debería percibirlo y reconocer el efecto que tenía sobre mí.
Me acerco con mas fuerza y sentí la rigidez de su miembro contra mi estómago. Me quede sin aliento. El inclinó su cabeza hacia mí y sus labios quedaron unos centímetros de lis míos.
—¿Seria completamente inapropiado de mi parte si te beso?

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