Aquella noche después de cenar, decidí irme pronto a la cama y así poder olvidar de una vez por todas aquel terrible día. El solo pensar en lo que se me venía encima me hacía sentir náuseas.
Entré en mi habitación y destapé la cama de un solo tirón, ya que solo estaba cubierta por una fina sábana. La primavera había llegado para quedarse y ahora las noches eran mucho más cálidas. Me felicité a mí misma por haber cambiado las sábanas aquella misma mañana, pues el olor a detergente era uno de mis favoritos y este consiguió relajarme durante unos segundos. Una vez dentro, golpeé la almohada un par de veces y me giré sobre un costado dispuesta a despedirme finalmente de aquel día. Cerré los ojos y caí rendida al instante. O eso pretendía...
Cuando los abrí, miré el despertador que se encontraba sobre la mesita de noche al lado de la cama y recé porque aún quedara alguna que otra hora para así poder girarme y seguir durmiendo. Para mi sorpresa, descubrí que sí que quedaban algunas horas pero no una como esperaba, sino más de ocho. Solo habían pasado cinco minutos desde que me había acostado. Gruñí con pesadez y me cubrí la cabeza con la almohada en un intento de ahogar un grito. Esto no puede estar pasando, pensé. Alargué un brazo hasta dar con la mesita de noche y empecé a tantear la superficie en busca de mi móvil. No me vendría mal ponerme un rato al día con los blogs que solía leer y seguro que así me entraba sueño antes. Pulsé el botón de desbloqueo pero el móvil no respondió. Volví a pulsarlo, esta vez con más fuerza, pero seguía sin responder. La pantalla permanecía completamente negra. Volví a gruñir pensando en que toda esta situación estaba empezando a parecerme una broma de mal gusto al ahora decidir el móvil quedarse también sin batería. Qué oportuno.
Un momento..., reflexioné. ¡No tiene batería!
Empecé a ponerme nerviosa y salté como un resorte de la cama. Entré de nuevo al salón y me puse a buscar el cargador de forma frenética. Cuando por fin lo encontré, volví a mi habitación y lo enchufé rápidamente a corriente junto a mi cama. Me pasé las manos por el pelo y esperé impaciente a que se encendiera de nuevo la pantalla, cambiando continuamente el peso de mi cuerpo de un pie a otro.
―Vamos...¡Vamos! ―dejé escapar en el silencio de la habitación.
Al cabo de unos minutos, el teléfono recobró la energía suficiente como para volver a encenderse y la brillante luz me cegó por momentos, obligándome a parpadear varias veces para conseguir ajustarme a la nueva iluminación. Me preparé mentalmente y examiné las notificaciones.
Tres mensajes y dos llamadas perdidas.
Mi corazón comenzó a acelerarse rápidamente y pulsé los iconos que me llevarían a dichas aplicaciones. Entonces me dejé caer pesadamente de nuevo sobre la cama.
"Bomi: ¿Qué ha pasado con Suga? ¿Por qué no me coges el teléfono? Llámame en cuanto leas esto. B xxx"
"Eomma: Tu padre y yo no hemos sabido nada de ti hoy, supongo que seguirás estudiando. ¿Ya te has comido todo el kimchi que te enviamos? Llámanos mañana para saber cómo estás. Mamá"
"Bomi: Lo digo en serio, babo. Me estoy empezando a preocupar. Llámame. B"
Ni que decir tiene que las dos llamadas también pertenecían a Bomi. Suga ni si quiera había intentado ponerse en contacto conmigo y eso hizo que sintiera ganas de llorar. Pestañeé varias veces e intenté reprimir las lágrimas a toda costa, pues no estaba dispuesta a gastar ninguna más aquel día. Volví a tumbarme en la cama y me obligué a intentar quedarme dormida de una vez.
Sin embargo, no pude evitar pensar en él. No pude evitar pensar en lo que dijo aquella noche, hace ya bastante tiempo, y en que si lo que dijo fue realmente de verdad...
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Nevermind (Suga)
FanfictionMin Yoongi. "¿Estaré realmente enamorada de él, o es solo la idea que yo misma me he forjado en mi cabeza la que me hace permanecer a su lado?"