TINIEBLAS DE UN COLOR DORADO

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Las primeras citas con La Mujer de las buenas tetas, aquella psicóloga que lo atendía, fueron más frías que el beso de un dementor.

Le gustaba acudir junto con el a la consulta, pero la terapia era algo larga. Cada vez que Grimes hablaba con aquella señora de pelo negro y sala de inciensos sangraba cincuenta euros. Sus palabras debían de ser de oro, aunque El rizado todavía no lo sabía, acudir a esa maldita psicóloga sólo por un mandato de su padre.

Hablaban de lo increíblemente mal que le iba el curso (2.º de Bachillerato). Tengo la certeza de que si en aquel momento la señora de pelo negro le hubiese preguntado acerca de los Reyes Católicos, le habría dicho que solo se había repasado las oraciones subordinadas. Y si le hubieras preguntado sobre gramática, la excusa habría sido que lo suyo son las ciencias exactas, los elementos de la tabla periódica..... Ese era Grimes, solo una rata de laboratorio, solo un gilipollas del que un Dixon se enamoró....

- bien hecho gilipollas, otro día donde la hora se va a la mierda -

- cállate, no te pagó para que me hables cuando me acompañas al psicólogo -

- oye pero si ni siquiera me pagas Grimes -

- exacto Dixon, entiendes el punto de lo que quiero hablar, solo razonalo, el mundo es solo una mar de problemas que solo podemos pasarlo con un montón de excusas del mundo, una mentira te da un problema, un problema te trae una consecuencia y un...-

- aguantate Grimes, no entiendo ninguna de tus palabras de gilipollas, dilo sólo con palabras que entendería

- el mundo solo es un mar de mierda, que solo los gilipollas más cabreados pueden pasarlo -

- exacto, ahora creo que tienes que irte a tu casa, yo molestare a los inútiles de aya -

- Okey, te quiero Dixon -

- y yo a ti gran gilipollas -

No tengo claro que El Chico de cabellera rizada supiera realmente algo de nada; lo que estaba claro es que tenía problemas. La Mujer de las buenas tetas ha sido importante en la primera batalla a este mundo muerto donde los gilipolleces tocan tu puerta, llegan descalzos y despeinados a Ninguna Parte.

Al principio solo le contaba cosas fáciles. Ceros redondos en matemáticas, que quería estudiar periodismo y que odiaba a esa señora que fumaba mucho y vivía en su casa (si es que a mudarse cada dos años se le puede llamar tener casa), a la que el corazón no le permitía llamar mamá.

Grimes era aquel chico que era el único que te podía entender, alguien que se sentaba a oír tus gilipolleces, aquel que solo dibujaba estrellas de niño en las paredes de su casa, aquel chico de sonrisa contagiosa y cursi, aquel chico que te tomaba de la mano para poder pasar aquella niebla que te tenía atrapado, aquel muchacho loco que era capaz de irse desnudo en público para salvar tu dignidad, es una persona desconfiada por naturaleza y no le ponía el trabajo fácil; el silencio pasaba sin llamar o sin tocar el maldito timbre por solo estar embarrado de mierda.

ODIABA aquellos silencios. Y odiaba aquellos silencios porque eran los silencios más caros del mundo. Claro, él pretendía llegar allí y que le dijera qué hacer para arreglarse la vida, irse a «casa» y no volver. Pero no funciona así. Cuando el Chico de cabellera rizada no sabía qué hacer con esos silencios soltaba una gilipollez. Estaba un poco loco. Pero, claro, es que ella era psicóloga y entendía mucho de gilipolleces. Y de locos. Y no sólo era que soltaba mierdas cursis para calmar a sus pacientes más locos de lo que ella estaba.

Esta es la primera vez que escuchas su voz, querido lector o querido gilipollas. Es dulce y pausada. Es una de esas voces pomada que todos necesitamos. El Chico que heredó la sencillez de su madre y la crueldad de su padre rebobinó la película de su vida tanto como la memoria se lo permitió....

"OYE GRIMES" MIRA ESA ESTRELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora