Capítulo 17

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—¿Qué idea? —pregunta Thomas.

—¿Y si Dakota se tiñe el pelo de otro color? —propone Kendall.

—Menuda estupidez de idea —dice Carter, rodando los ojos.

—Pues propón tú algo —le reta el chico.

—De hecho, tu idea me ha dado una a mí —contesta Carter—. ¿Y si te teñimos el pelo?

—¿A quién? —pregunta Kendall, y al ver que todas las miradas se dirigen a él, se señala con un dedo, horrorizado—. ¿A mí?

—Exacto —asiente Carter.

—¿Y por qué a mí? Además, no tenemos tinte.

—En realidad yo sí he traído —dice Dakota, apareciendo por la puerta de la cocina.

—¿Y tú de dónde sales? —pregunta Kendall, cruzándose de brazos—. Fuera, tú no tienes tinte, nunca has dicho eso.

—Ay, será divertido, ¿qué opinas, Verano? —le pregunta Carter a Summer, y ella se encoge de hombros, pero se le escapa una pequeña sonrisa.

—¿Ves? Summer también quiere —dice el chico, girándose hacia Kendall de nuevo para hacer un puchero.

—Lo que hay que hacer... —suspira Kendall.

Media hora después, Dakota está en el cuarto de baño decolorando el cabello de Kendall, ignorando sus quejas —al fin y al cabo, él ha accedido a esto— el resto de los chicos se mantienen abajo, buscando ideas para preparar un almuerzo.

—¿Cómo es que traes tintes a un campamento? —dice Kendall moviendo su rostro para que Dakota no lo tome.

—Porque no me gusta que luego se vean mis raíces —Dakota se encoge de hombros.

—¿Raíces? ¿Eres un árbol?

—No, estúpido —Dakota pone los ojos en blanco— Todos tenemos raíces en el cuero cabelludo.

Da-koda no me llames estúpido —murmura Kendall —. No es mi culpa que tengas complejo de árbol. Además estoy dejando que me tiñas con tus colores raros.

—No dejaré de llamarte estúpido, porque en realidad veo que lo eres —hace una mueca— ¡Y las raíces de las que te hablo no son de árbol, idiota!

Kendall le sonríe de lado, desde la silla en la que se encuentra.

—Lo único que oigo es blah blah —mueve su manos para molestarla —. Luego de lo del oso, esto no parece tan ridículo.

—Juro que si no te callas voy a dejarte el pelo decolorado.

El chico abre sus ojos como platos, llevando sus manos a su cabeza atemorizado, ve como Dakota está hablando con suma seriedad.

—No te atrevas a tocar mi cabello, mujer.

—Para teñirte debo tocarlo estúpido —dice como si nada —. Cállate y déjame prepararte.

—Uy, pero qué coqueta te has puesto Dakota —ríe Kendall haciendo que ella se ruborice —. ¿Me dices que quieres tocarme? Creo que no entendí muy bien para qué quieres prepararme.

—Si sigues así, voy a considerar dejarte con el pelo decolorado —amenaza Dakota señalándole con el dedo.

—¡Con mi pelo no!

Dakota rueda los ojos ignorando las quejas de Kendall, y comienza la labor de teñir el cabello. Mordisquea sus labios deseando que no se le vaya a acabar.

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