-De mi familia
Cuando te acuestas en tu cama y sientes ese vacío grande que no puedes llenar. No. No necesito de Dios, pues para que recibir más juicios de los que ya recibo. Aveces, voy, aveces, fui, y aveces, no iré. Pero, el gran impacto de la palabra pero. Pero, cuando estoy entre ellos ese vacío se llena, aunque no tan adentro de mi se que es falso, me llena. Me siento feliz. A pesar de ser yo quien suplica y clama por su atención, me gusta pensar que disfrutan mi compañía, y aún en esta agonía, fingir con desesperación, que les causo grande alegría.
Luego me voy, y tras cerrar la puerta pasan semanas... meses... Y cuando escucho de ellos es para ser juzgada. "Dios te ama, pero debes cambiar"; "Abominación ante los ojos del creador". Entre mil juicios vivo y solo finjo que no me causa dolor. Quizás fría dicen que soy, porque no muestro emoción. No es fácil haber vivido bajo la sombra de cada domingo pensando que eres lo peor. Que Dios con su gran dedo, es quien creó el rechazo.
Si, los amo. Aunque yo sea inexistente en sus mentes, excepto en una que otra ocasión, donde sienten miedo que otros se enteren de mi condición. Jamás revelar que su hija es abominación. Porque no solo le gustan los hombres, si no que por las mujeres también siente pasión. Como explicarle a otros que su hija vive en una ola de promiscuidades y pecado. Mejor no. No mantener contacto para evitar la humillación. Pero, el gran pero. Pero aun así, siento la necesidad imperiosa de estar cerca de ellos. ¿Masoquismo? Quizás. Es una pena en realidad. Me odio a mi misma por no aspirar a mas. Pero sin papá, solo dos hermanos, un padrastro y una mamá, bajo las influencias de un Dios que solo sirve para juzgar, es muy difícil sentirse querido. Solo quiero que me lleguen o pretendan aceptar, para seguir siendo una rosa en invierno. Que parece estar viva, pero de frío va muriendo.
