La extraña chica del cementerio

7 0 0
                                    

Para mí, la fecha es incierta, solo recuerdo que pasó en un verano cuyos días eran sombríos y no tenía nada más que hacer que visitar a mi abuelo en el cementerio que quedaba a una 1 cuadra de mi casa. Él y yo estábamos siempre juntos, a su lado, todos los días eran una aventura llena de aprendizaje. Murió hace un buen tiempo, no supimos que fue lo que le sucedió, el solo llegó de trabajar, en su camioneta llena de rayones y polvo, se acostó a descansar, pero no pudimos despertarlo, su mano estaba fría, en ella se encontraba su reloj favorito, el cual ahora me pertenece. También tengo su libro de cuentos, siempre tenían una hermosa moraleja.

Cada vez que iba al cementerio se encontraba cerca de la tumba de mi abuelo una chica, alta, con un hermoso cabello castaño y un saco amarillo con blanco, sucio y gastado, no aparentaba más de catorce años. Hace unos días me quedé afuera del cementerio esperando a que saliera, pero nunca lo hizo. Me sentía muy curiosa con respecto a la extraña chica del cementerio, quería conocerla, pero debo confesar que aunque iba todos los días, me daba algo de miedo conocer a alguien en un lugar lleno de los restos putrefactos de personas que ya no están en este mundo. Mi interés por la chica era tal que de una u otra manera mi miedo se esfumó, como el humo frente a un fuerte viento que arrasa con todo a su paso, entré al cementerio, me acerqué a la misteriosa joven, la saludé y le dije mi nombre, pero al preguntarle el suyo me miró sin decir palabra, quedé intrigada y le pregunté que si le pasaba algo, dijo que no, pero solo con su cabeza, pues su boca seguía cerrada, fue allí cuando mi abuela me llamó, la chica alzó su mano y se despidió de mí, luego volteó su cara hacia una tumba. En la tumba decía Katherine Heredia, el nombre me era familiar.

No pude ir al cementerio por unos días , pero al volver, ahí estaba ella, con el mismo saco, por lo que solo hasta ese instante me dí cuenta de que era raro, pues hacía mucho calor. Me acerqué a ella, esta vez con más confianza, me miró con una encantadora sonrisa, me quedé un rato con ella y le hablé bastante de mi abuelo, le pregunté por Katherine, pero no respondió, la intriga por su silencio me comía por dentro, así que le pregunté -¿acaso eres muda?- me sentí un poco arrepentida, porque se lo dije con desesperación y enojo, pero tranquila giró su mano expresando un más o menos, me despedí y volví a casa.

Al día siguiente me preparé para ir al cementerio, tenía un plan para saber el nombre de la chica, lleve un cuaderno y un lápiz y fui al cementerio más temprano que de costumbre para esperar a la chica, pero me sorprendió ver que ella ya se encontraba allí, la saludé, ella miró al cielo y luego señaló el reloj de mi abuelo, como preguntando porque había llegado más temprano, le dije que quería esperarla y que estaba muy sorprendida de que ella estuviese ahí, la chica se rió sin sonido por un largo rato, se arrodilló, toco el nombre de la lápida e hizo un gesto de estar recordando el pasado, -traje un cuaderno y un lápiz- le dije, ella se levantó y me miró con curiosidad,-es para que escribas tu nombre y me hables de ti, ella me miró asombrada y corrió al interior del cementerio, la seguí y en la capilla la perdí.

Triste tuve que volver a casa a cenar, la verdad casi no comí. -¿Porque fuiste tan temprano al cementerio?- Preguntó mi abuela- Tengo una amiga que va más temprano que yo todos los días- le respondí sin mirarla. -¿Y cómo se llama? y ¿a quién visita?- me preguntó cómo intentando animarme. No lo sé, es muda, pero siempre está frente a la tumba de una tal Katherine Heredia- al decirlo, se paró y fue al cuarto diciendo Katherine, Katherine, a bajo volumen, me dejó confundida, me quedé mirando a mi abuela que buscaba algo debajo de su cama, al mismo tiempo que me veía en el espejo de la sala, por el momento no me pareció más que una simple coincidencia, pero la chica, mi abuela y yo nos parecíamos mucho. Mi abuela volvió con un viejo álbum, tapó una foto y empezó a hablar de mi familia. Lo único que yo sabía era que yo vivía con mis abuelos maternos porque mi papá trabaja mucho y en otra ciudad, solo lo veo durante dos semanas al año; yo nací el mismo día que mi mamá cumplía años, la verdad no tengo idea de cuantos, pero también fue el mismo día en que ella murió, el médico le dio dos opciones, su vida o la mía; ella tenía un gran corazón. Nunca me hizo falta mi madre porque no la conocí.

Aún tapando la foto, mi abuela me contó más sobre mi nacimiento, me dijo que mi mamá iba con mi papá en un taxi, muy ansiosos por al fin ser padres, pero un auto los golpeó sacando a mamá del taxi, cayendo bruscamente, el taxi se averió y papá cargó a mamá hasta el hospital, llegó muy lastimada, yo nací y mi mamá no pudo ni tenerme en sus brazos una sola vez. Quedé impactada por la historia, pero nada me dejo más asombrada que el que mi abuela me dijera: -nena, el nombre de tu madre era Katherine Heredia. Nunca sospeché porque fui bautizada con los apellidos de papá, pero por más que le pedí a mi abuela que me dejara ver la foto, mantuvo en alto su contundente no. Tenía mucho que decirle a la chica del cementerio.

Casi no dormí pensando en lo que dijo mi abuela, todavía no procesaba completamente lo que había ocurrido. Al llegar el día me alisté para ir al cementerio pero antes de abrir la puerta mi abuela me llamó, me entregó un sobre y me dijo -no lo abras hasta que estés frente a la tumba de Katherine-. Corrí lo más rápido que pude, me acerqué a la chica y antes de poder saludarla puso una sonrisa como de "al fin llegas",  sin yo decir una sola palabra sacó de mi bolso el cuaderno, el lápiz y el sobre, abrió el sobre y miró su contenido, tomó aire y suspiró fuerte, arrancó una hoja del cuaderno y escribió algo, cerró las dos cosas, me las entregó y me miró fijamente, abrí lentamente la hoja, sentí mis manos frías y leí con la mayor parsimonia posible: Mi nombre es Katherine Heredia, hija mía. Terminé de leer y Katherine ya no estaba allí, así que muy temerosa abrí el sobre, ahí adentro estaba la foto que yo tanto quería ver, era mi madre con su barruguita y al reverso decía feliz cumpleaños número 14 Katherine, la fecha de mi nacimiento y otra nota que decía "Dios te bendiga a ti y a tu hijita". En la foto llevaba un vestido blanco, ese vestido lo tiene mi abuela en su armario y quiere que cuando yo cumpla catorce años lo use.

No dejo de mirarme al espejo y compararme con la foto de mi mamá, solo hasta ahora me doy cuenta de que en su brazo izquierdo llevaba ese bello saco amarillo con blanco que, según mi abuela mi mamá tuvo puesto durante su muerte. Aún voy al cementerio a visitar las tumbas de mi abuelo y de mi madre, esperando verla de nuevo. Nunca supe por qué no podía hablar.

Decidí vivir de la mejor manera, al terminar el verano volveré a la escuela y daré lo mejor, porque aunque no la veo, siento su presencia y eso me alegra, ya sé que todos en algún momento vamos a morir, pero no todo termina ahí.  

Mi Colección De HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora