Tercera puerta a la derecha

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Me dirigía a Manizales Colombia, aquel ocho de septiembre, en un bus tan incómodo que no pude dormir ni un instante durante las siete horas que llevaba de viaje; por suerte, solo faltaban unos quince minutos para llegar a mi destino y por fin podría descansar de los desesperantes ronquidos de la señora que estaba apoyada en mi hombro desde hace unas tres horas.

El bus me dejó unas cuantas calles antes del hostal donde me hospedaría, así que caminé en busca de la dirección del lugar donde hice mi reserva.

Faltando una cuantas casas, pude divisar el letrero colgado en la parte más alta de la construcción de dos pisos, con letras rojas y un fondo gris decorado delicadamente con mandalas, decía "Hostal El Jardín".

Apuré el paso para refugiarme en el pequeño techo que cubría las escaleras del lugar, pues había empezado caer una leve llovisna, y aunque no me molesta mojarme, traía en mis manos una carpeta con papeles importantes que necesitaría el día siguiente para la reunión a la que he venido.

Me acerqué a la puerta y toque el timbre, inmediatamente escuché unos pasos que se aproximaban; una mujer de cabello negro con unas cuantas canas, unas arrugas apenas visibles y una prenda sencilla de color rosa desteñido abrió la puerta.

-Buenas tardes, ¿Es usted Matilde?- Pregunté quitándome el sombrero para acomodarme un poco el cabello.

-Si, si señor- Respondió con una sonrisa- Edgar Mendoza, supongo.

Asentí sonriendo de vuelta y estiré mi mano para estrecharla con la suya.

La mujer me hizo pasar a la sala, el lugar se veía bastante desgastado, habían varios cuadros de paisajes colgados por ahí y una gran vitrina con figuras de cristal. Me senté en un sillón color mostaza al lado de la vitrina.

El sonido de unas llaves me sacó de trance, Matilde las agitó frente a mi y luego las puso en mis manos, eran dos llaves exactamente iguales.

-Tercera puerta a la derecha- Dijo señalando el pasillo, luego subió las escaleras y me dejó completamente solo, creo, pues no había visto ni escuchado más gente por ahí.

Levanté mi maleta del suelo y me dirigí a donde ella me indicó.

Estando al frente de la puerta acomodé la llave y la metí en cerradura, no abría, probé con la otra llave y tampoco. Habían varias puertas en el pasillo así que supuse que Matilde se había equivocado de llave.

Subí las escaleras para buscarla, pero al estar arriba noté que la planta estaba completamente vacía, no escuché la puerta principal abrirse así que ella no pudo haber salido, pero, ¿Donde estaba?

Decidí bajar y probar la llave en varias puertas a ver cuál abría.

Primera puerta a la derecha, no.
Primera a la izquierda, no.
Segunda derecha, no.
Y así hasta que llegué a la quinta puerta a la izquierda, abrió al instante.

Entré y dejé mis cosas sobre una silla al lado de la cama y me acosté, o más bien, me tiré, cerré mis ojos un segundo y cuando los volví a abrir la habitación estaba mucho más oscura, aunque la luz de luna que entraba por la ventana era suficiente para poder ver los objetos que habían por ahí, me senté extrañado en el borde de la cama y me rasqué los ojos.

Me iba a parar para organizar un poco cuando escuché un ruido, una puerta abriéndose, salí al pasillo y divisé en la oscuridad que la puerta que Matilde me señaló estaba semi-abierta, aquella que hace un rato no pude abrir.

Me acerqué lentamente y justo cuando iba a asomarme; abrí los ojos.

Estaba de nuevo en la habitación, la misma luz, todo en su lugar, el ruido de nuevo, abrí la puerta rápido y me di cuenta de que ya no estaba en la quinta habitación, sino en la cuarta, y "la tercera puerta a la derecha" también estaba abierta, corrí a ver, pero de nuevo, abrí los ojos.

Todo igual, y antes de siquiera escuchar el ruido, yo ya me encontraba abriendo la puerta, y esta vez,  "la tercera puerta a la derecha" estaba justo frente a mi, abriéndose sola lentamente, el sonido era mucho más tortuoso que las dos veces anteriores, no se veía nada adentro, era oscuridad completa, me acerqué con pasos vacilantes, y en cuanto puse un pie adentro, sentí que algo, o alguien, me arrastró a la oscuridad y nuevamente, abrí los ojos.

La luz llegaba a cada esquina de la cuarto, y me extrañó que aunque las cosas parecían estar en su lugar, todo estaba al revés; el armario, la silla, la perilla de la puerta, todo estaba del lado contrario. Salí de la habitación y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al percatarme de que justo estaba en "la tercera a la derecha", como Matilde me había indicado la tarde anterior. Escuché ruidos en la cocina y me dirigí allí.

-Bien día Don Edgar, su desayuno ya está listo- Dijo Matilde mientras ponía un plato de huevos revueltos y un jugo de naranja en la mesa.

Me senté en silencio y comencé a comer.

-¿Durmió bien?- Preguntó poniéndose enfrente mío, se secaba las manos con un pequeño trapo. Asentí dudoso.

Terminé mi desayuno, lavé los platos y fui al baño para cambiarme. Cuando salí Matilde estaba en la sala leyendo un periódico, me acerqué a ella y le pagué lo correspondiente a la noche de hospedaje, tomé mi maleta y me fui.

Una calle más adelante llamé un taxi, al rato me di cuenta de que había dejado mi carpeta en el hostal y le indique al taxista que me llevara de vuelta, él me miró raro pero aún así accedió.

Bajé del taxi y toqué el timbre del lugar, nada; toqué de nuevo, nada.

-¿Que hace?- Me gritó el taxista

-Dejé mi carpeta- Dije mientras me acercaba un poco al vehículo.

-¿Pero como? Si este lugar fue cerrado hace años.

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