Bajo la Cortina

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Era el año 1517, la noche se estaba acercando a paso seguro, mientras que el día para los humanos acababa, para ellas sólo acababa de iniciar.

Dentro de una gran habitación en la mansión con muy leve iluminación, podía verse una espaciosa mesa, que recorría casi toda su longitud. Los costados de la mesa estaban acompañados por numerosas sirvientas, las que podrían pasar inadvertidamente a la vista si es que no fuese por las enormes alas que yacían en sus espaldas, estas criaturas eran conocidas como Hadas Sirvientas, las cuáles se encargaban de numerosas tareas en el interior de este lugar. Ninguna de ellas estaba sentada en la mesa sin embargo, todas ellas se hallaban paradas en silencio cerca de la pared que daba a pocos pasos de la mesa.

En esta larga mesa, resaltaban dos pequeñas presencias, ante las cuales se presentaba una numerosa cantidad de alimentos de extraño pero a la vez delicioso aspecto.

Situado en el lado superior, se hallaba la mayor de estas criaturas. Su cabello era de color celeste-azulado,  el cual era cubierto ligeramente por un gorro blanco con una cinta, mientras que en su cuerpo vestía un elegante vestido también blanco, el cuál llevaba un moño rojo en la zona del pecho. Su edad a simple vista no superaría los 12 años, a pesar de que tuviese 15 años en aquella fecha.

Esta chica podría ser fácilmente confundida por una chica humana si no fuese por un detalle, las grandes alas de murciélago que se desprendían de su espalda y sus colmillos afilados, lo que hacía evidente el hecho de que ella era una vampiresa.

El nombre de esta vampiresa, la cuál era la mayor de las dos que habían en la mesa, era Remilia Scarlet y era la dueña de esta mansión.

A pesar de su inocente e infantil apariencia, su presencia y personalidad madura inspiraba respeto y era obedecida sin rechistar por todos los habitantes de la mansión.

En aquel momento, ella no estaba comiendo de ninguno de los platos que se hallaban servidos en la mesa, sino que estaba bebiendo de un líquido rojo oscuro que estaba en la taza de té que ella sostenía.

Por otra parte, en el otro lado de la mesa, se hallaba la hermana menor del ama de la mansión.

De estatura más baja que Remilia, pero un cabello ligeramente más largo y de color rubio, alas de murciélago similares a las de su hermana y un vestido de color rojo con un moño de color amarillo, estas eran las características de Flandre Scarlet.

Su edad difería en 5 años de la de su hermana Remilia y, a diferencia de su hermana, de ella se desplegaba un aire infantil y con hambre de descubrimiento.

Frente a ella se hallaba un gran plato ya vacío, junto a una copa la cual se hallaba también vacía.

A diferencia de Remilia, que mantenía una mirada seria y ritual, la expresión en el rostro de Flandre era similar a de un pequeño niño descubriendo un nuevo animalito.

"Hermanita, ¿Cómo haces para preparar comidas tan deliciosas? ¡Debo saber tu secreto!"

Fueron las palabras que salieron animosamente de los labios de Flandre.

Remilia dejó su seriedad de lado por un minuto, para referirse fraternalmente a su hermana.

" Je je, pues eres mi querida hermana, por lo tanto no podría darte nada menos que lo mejor para mantenerte con fuerza y volverte alguien poderosa como yo. Sin embargo, las grandes mentes prefieren mantener ocultos los orígenes de sus talentos."

" Uu, algún día me contarás hermana, ¡yo lo sé!" -dijo Flandre mientras jugaba con los cubiertos de la mesa.

"¿Quién sabe? Tal vez en algún momento cambie de opinión je je..."

"Ama"-suspiró al oído una de las sirvientas tocando el hombro de Remilia. Pronto la sonrisa en la cara de Remilia se desvaneció, para dar paso a una expresión más neutra, acompañado de un tono de voz más grueso.

"¿Qué ocurre Margaret? Aún no he acabado de ce..."

"Es sobre uno de ellos..."

Un ligero escalofrío recorrió el cuerpo de Remilia como si se tratase de un mal presagio. En seguida, se levantó bruscamente de la mesa.

"¿Eh? ¿Qué ocurre hermanita?"

El tono de voz de Flandre revelaba curiosidad ante tan violento cambio de actitud de su hermana mayor.

"Emm Flan, tu hermana tiene algunos asuntos que atender, iré a otra habitación junto a Margaret para hablar del tema. No te preocupes, tú solo sé una buena chica y quédate aquí, ok?" -dijo Remilia de manera cariñosa pero de advertencia simultáneamente, cómo si se tratase de un padre aconsejando a uno de sus hijos pequeños, lo que fue respondido con un leve asentimiento de parte de Flandre.

Al salir de la sala, Remilia dirigió una sonrisa hacia Flandre cómo diciendo "Todo está bien", cerrando la puerta inmediatamente luego de eso.

Luego de soltar un leve suspiro, Remilia se dirigió a Margaret:

"Y bien, ¿De qué iba esa situación importante que deseabas hacerme saber?"

"La condición del individuo 7 es grave, ayer en la noche apenas lograba moverse."

"Tch, debiste de haberme dicho antes, supongo que ya no podremos obtener sangre de él..."

Remilia hizo una pequeña pausa mientras mordía una de sus uñas, para luego continuar.

"¿Se le dio la alimentación adecuada para mantenerlo con vida?"

"Sí, pero aún así, la pérdida continúa de sangre, a pesar de ser en pequeñas cantidades debilitó sus defensas, lo que causó que acabase enfermando de anemia."

"Demonios, hice todo lo posible para evitar las bajas y aún así, acaban muriendo..."

Súbitamente, el tono de voz de Margaret se tornó severo.

"Oí rumores de parte de los otros individuos de que el mismo intentó quitarse la vida, causándose un enorme sangrado debido a una herida autoinflingida."

Remilia pareció mostrarse enojada frente a esta afirmación, a lo que respondió:

"Malagradecido, en vez de dar las gracias de haberse hallado con un vampiro que lo dejaba seguir con vida decide rebelarse contra mía y negarse a mi compasión. Si él estuviese aquí, no les habría perdonado la vida a ni siquiera uno."

"Podría hacerle una sugerencia. Esta situación podría ser aprovechada, ya que las provisiones que teníamos para Flandre ya se están agotando."

Remilia, a pesar de lo confiada que había sonado antes de esa oración, había sentido dudas.

"Hablaremos de eso rumbo a la sala, primero debo de confirmar el hecho por mi propios ojos."

"Como desee."

Tras aquellas palabras, la sirvienta y Remilia siguieron caminando durante largo rato.

Mientras tanto, en la habitación de la comida, Flandre posaba una de sus manos contra el cristal de una pequeña ventana carmesí, con su vista fija sobre la luna.

(Me pregunto, si alguna vez podré llegar hasta aquel lugar, o si, al menos mi hermanita me dejará salir a ver cómo es el exterior algún día...)

Con aquellas palabras en su mente, Flandre continúo esperando por su hermana.

Ella ya estaba acostumbrada a que su hermana fuese a lugares que ella desconocía de la mansión y tardase mucho, pero, esa vez, el tiempo parecía transcurrir incluso más lento de lo normal.

Jamás se le hubiese pasado por la cabeza que todo este alboroto era por su bien...


Wings of RegretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora