Secretos e Ilusiones

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Ya había pasado un largo rato desde que Remilia había dejado el comedor junto a Margaret, mientras que la mayor parte de las sirvientas que estaban junto a Flandre en el comedor habían regresado a sus labores comunes, al grado de que no quedaban más que unas 3 en la habitación.

Una de ellas se acercó hacia Flandre, la que aún se hallaba mirando en dirección a la luna.

"Señorita Flandre, ¿Por qué observa tanto la luna?"

"Oh, es que, pienso que yo y ella somos muy parecidas ja ja ja."

Esa afirmación despertó un sentimiento de extrañeza en la sirvienta, una afirmación que le hizo recordar que a pesar del joven aspecto que tenía su pequeña ama, seguía siendo un ser inmortal en pleno crecimiento.

"¿Similares? ¿Por qué piensa eso señorita?"- preguntó a Flandre la sirvienta con un tono casi maternal.

"¡Sí! Verás Lisette, la Luna se halla en el cielo, por encima de todos los que nos encontramos en este mundo. Es alguien especial al igual que yo, que según mi hermana, poseo un montón de talentos esperando por florecer, ¡Sé que lograré ser alguien que podrá estar sobre muchos más! Pero, la señora Luna tiene un problema..."

"¿Un problema?"-exclamó la sirvienta sorprendida.

En ese momento, Flandre apoyó una de sus manos en el hombro derecho de Lisette, mientras con el otro brazo señaló al firmamento.

"A pesar de su grandes capacidades, está atada a la Tierra. A pesar de poder brillar frente a todos, es incapaz de valerse por sí misma o de hacer algo diferente a lo que hace todos los días, como yo... "

Lisette estaba realmente impresionada por las palabras de Flandre ya que, ni siquiera los seres humanos eran conscientes de algunas de las cosas que esta pequeña chica sabía.

"Pero..."

"¿Pero?"- preguntó Lisette, la que deseaba oír a Flandre.

"Yo sé que mi hermana dejará que yo distancie mi camino del de la señora Luna, sé que mi hermanita dejará que yo brille por mí misma y salga a ver cómo es el mundo, ¡Tantas cosas por ver y descubrir!"-dijo Flandre mientras sus ojos brillaban como si de un astro se tratase.

Lisette, como respuesta, acarició la cabeza de Flandre y le dijo:

"Sé que te convertirás en una gran estrella que iluminará a todos con su resplandor y será libre, no te preocupes, yo confío en tí."

Esas palabras hicieron que brotasen lágrimas de los ojos de Flandre, la que abrazó con fuerza a Lisette.

"¡Gracias Lisette! ¡Te prometo que daré lo mejor de mí! ¡Enorgulleceré a mi hermanita y a ustedes"

"Así espero."

Lisette, luego de eso, dio un suspiro y se acercó lentamente a uno de los oídos de Flandre.

"Uno de estos días, dejaré que salgas a ver el exterior por ti misma, no te preocupes, no le contaré a mi ama"

Al oír esas palabras, Flandre no pudo evitar reír y saltar de alegría, finalmente podría ver como era el mundo exterior. Mientras Flandre celebraba,  Lisette se acercó de nuevo a ella para decirle, esta vez, con un tono mucho más adulto:

"Pero, esto será un secreto entre nosotros dos, luego de pasar un tiempo volverás a la mansión, ¿Estás de acuerdo?"

"¡Sí Lisette!"

Una pequeña sonrisa se formó en el rostro de Lisette.

"Muy bien, pues, ya que tu hermana aún parece estar ocupada, podrías tomar una pequeña siesta"

"Me parece bien, nos vemos Lisette, cuídate!"

"Igualmente."

Tras aquella despedida, Lisette dejó la sala acompañada de las dos otras sirvientas, que discutieron con ella si es que era correcto lo que había prometido, a lo que Lisette respondió que si es que pasaba algo ella tomaría responsabilidad.

Unos 15 minutos más tarde, Remilia apareció junto a Margaret en la entrada del comedor, mientras Margaret cargaba una bolsa de unos dos metros.

"Oh."

El ama y la sirvienta vieron a Flandre recostada sobre un sillón, la que parecía estar profundamente dormida.

"Vaya, creo que una de las desventajas de que sea tan enérgetica es que consume su energía muy rápido je je aunque, de ese modo nos ahorramos la explicación sobre esto. ¿Piensa algún día contarle, ama?"

Remilia, la que observaba también a Flandre durmiendo, soltó un suspiro, el cuál fue acompañado de una mueca de preocupación.

"Soy consciente de que debo de contarle sobre todo algún día, pero no quiero que sea pronto. A pesar de lo restringida que la tengo del resto del mundo, no quisiera verla sufrir, ni menos ser yo la causa de su sufrimiento. Sí, sé que el sufrimiento es parte de la vida, pero desearía evitarlo en lo más posible."

"Oh, entiendo. Disculpe por mi atrevimiento señorita, no volverá a ocurrir."

"No te preocupes Margaret, sé que no lo haces con mala intención. Bueno, por mientras continuemos con lo que habíamos decidido."

"Entendido señorita."

Tras acabar la charla, Remilia y Margaret siguieron avanzando a través de la mansión, esperando que Flandre siguiese soñando bien.

Ninguna de las dos esperaba que su felicidad fuese a ser interrumpida a causa de una de sus compañeras...

Wings of RegretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora