CAPÍTULO 2: ¿TODO SIGUE IGUAL?

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Winn y Kara se presentaron en el despacho de James Olsen para poder hablar tranquilamente.

—¿Cómo te encuentras, Kara? —preguntó el fotógrafo.

—Estoy bien, la luz del sol es milagrosa para mí, ya me he recuperado de la puñalada —aseguró la rubia. Winn hizo gesto de dolor, imaginando lo que se sentía cuando eras agredido de esa forma.

—Fue una verdadera suerte que llegases a CatCo y miss Grant todavía no se hubiera marchado —dijo Winn.

—Sí, no sé qué habría pasado de no estar ella aquí —declaró con seriedad.

—¿Y qué más se sabe de la gente que te atacó? —preguntó James, preocupado.

—Sólo que parecen estar a las órdenes de Maxima, a la que no caigo nada bien por haberla encerrado cuando casi escapa del DEO y por ser la prima de Superman, el hombre que rechazó su propuesta de matrimonio, pequeñeces, ya ves —bromeó Kara.

—¿Y no hay forma de localizarlos?, ¿qué es lo que quieren? —cuestionó esta vez Winn.

—Alex y Hank están en ello, pero no lo han conseguido todavía —explicó Kara—, sobre lo que quieren, a la vista de los acontecimientos, yo diría que matarme —exclamó con una risita nerviosa.

Entonces reaccionó, cambió su foco de atención y se puso tiesa, estaba escuchando llegar a su jefa en el ascensor. Se bajó ligeramente las gafas para utilizar su visión de rayos infrarrojos y calentar el latte, luego se las colocó bien y salió apresurada al encuentro de Cat Grant.

—No sé cómo lo hace —confesó Winn con admiración. Kara lo daba todo como Supergirl, y también como asistente personal de la dueña de CatCo, y todavía le quedaba tiempo para preocuparse de su familia y amigos. Aquella mujer era increíble. James se limitó a encogerse de hombros, él tampoco entendía cómo llegaba a todo. Recordó tener la misma sensación con Clark, ambos primos eran personas fuera de serie.

Kara estaba de pie, relativamente tranquila, esperando que la puerta del ascensor se abriera para permitir el acceso en la oficina a su legítima dueña. Afortunadamente, la charla con sus amigos no la había retrasado en sus quehaceres como asistente, pues hasta que contratasen una nueva asistente, continuaría siéndolo ella, aunque a ratos podía retirarse al despacho propio que su jefa le asignó unas semanas atrás.

«Estando allí me resultará más fácil desaparecer cuando alguien necesite a Supergirl —reflexionaba Kara—, ni que miss Grant lo hubiera sabido.»

Sonrió y entonces se volvió hacia el ascensor, Cat Grant había llegado.

La mujer caminaba con firmeza pero sin prisa, mientras su mente bullía en pensamientos. Apenas había podido dormir, dándole vueltas a su descubrimiento.

«No puedo permitir que esto me nuble —se decía—, ahora me encontraré con Kara, mi empleada, no con Supergirl.»

Kara la recibió con una de sus amplias sonrisas y ese tono de voz más suave que el de Supergirl.

—Buenos días, miss Grant, aquí tiene —saludó con una gran sonrisa, ofreciéndole su latte.

—Gracias, Kerah —exclamó Cat. Kara frunció un poco el ceño.

«Pensé que ya habíamos superado esto —se dijo Kara un poco molesta al comprobar que su jefa seguía llamándola incorrectamente.»

—De nada, miss Grant —Trató de disimular su decepción.

Cat no notó nada, ya tenía bastante con controlar sus propios pensamientos. Caminó deprisa hacia su despacho. Kara la siguió de cerca.

—Siento que tu promoción no pueda ser del todo real todavía —se disculpó Cat, evitando mirar a Kara directamente—, hasta que no encuentre una nueva asistente, cuento contigo. —Por fin le dedicó una mirada de sus ojos verdosos.

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