Parte 4

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¿Alguna vez han extrañado el tonto hecho irracional y estúpido de ser adolescente? ¿Esa asquerosa sensación de que cualquier exceso es permitido solo porque no tienes la suficiente madurez emocional para darte cuenta de las tonterías que haces?

¿Aquel deseo incontrolable por todo aquello que respire, se mueva o bien, tenga un lado suave con lo cual puedas frotarte para sentir placer?

¿Lo extrañan? Bueno, honestamente, yo no.

Imagínense, todas las hormonas apareándose en tu cuerpo, esperando a que hagas lo mismo con cualquier tipo en el bar de la esquina que te diga "Hey tú, escuché que tu novio es gay. ¿Quieres que te haga sentir mujer por esta noche?" para después sentirte culpable de hacerlo porque estúpidamente crees que serle infiel a tu ex novio es la peor cosa que se puede hacer por despecho. Haciéndote odiar a tus padres, a la sociedad y a ti mismo por no dejarte ser como eres y...esperen, es exactamente como me siento ahora.

Olvídenlo entonces. No extraño ser una adolescente porque es justamente lo que ya soy en estos momentos a mis veintisiete años.

Con mi mente ligeramente asqueada por recordar a esos hombres con los que "me enredé" en revancha por mi última relación, miro el vaso de tequila que tengo en mis manos y lo bebo sin pensarlo mucho, aunque después siento que todo me da vueltas.

En fin, soy libre, soy adulta y de no ser porque acabo de vomitar sin querer en el lavabo del Pashmina, club a donde Colin me obligó a venir para comenzar los festejos de mi cumpleaños, diría que controlo mi cuerpo a la perfección. Miro mi reflejo en el espejo, me doy más asco solo de verme: mi cabello esta grasoso, mi delineador se ha corrido haciéndome parecer un oso panda, y mi boca, ni hablar de ella.

Lavo mi cara, tratando de refrescarme y salgo del baño, aunque apenas lo hago, un tipo me detiene en seco.

—Aquí estas...—dice, tomándome de la cintura porque casi me caigo al caminar.

Ruedo los ojos al ver de quién se trata. Es Lennon, uno de esos tipos de los que les hablaba. Fue, de hecho, mi segunda experiencia sexual en la vida entera.

No es mal tipo o algo, no me malinterpreten. Incluso, cuando lo conocí, ni siquiera se acercó a mí ofreciéndose para hacerme sentir mujer, pero estaba en un momento muy jodido de mi vida como para tomarlo en serio. Solo lo busco—o me busca—cuando me siento sola...y quiero acostarme con alguien.

Justo dejé de verlo cuando conocí a Colin.

Supongo que hasta ahí había llegado mi soledad perpetua.

—Hola...—trato de sonar amable—Este no es el sucio bar de motociclistas al que acostumbras ir. ¿Qué haces aquí?

—Iba a preguntarte lo mismo, "rockstar".

Oh si, rockstar. Es uno de esos chistes personales que se inventó para tratar de conquistarme. Ya saben, yo Marley. Él, Lennon. Ambos con nombres de difuntas estrellas del rock, por lo tanto, ambos somos rockstars y los rockstars tienen muy buen sexo juntos. ¿Entienden?

En fin, es una estupidez. Seguro se le ocurrió cuando estaba ebrio.

—Yo vine aquí con un...amigo—hago esa pausa, esperando que capte la indirecta de que voy acompañada y no se me insinúe más, aunque me vendría muy bien una insinuación.

El alcohol me desinhibe un poquitín.

Busco en el club, entre el mar de gente, el cabello rojizo alborotado de Colin, y sí, lo encuentro bailando en medio de una avalancha de chicas, desabotonándose poco a poco la camisa. Canta a una chica alta bronceada, esa canción que habla de no sentir el rostro o una cosa sádica del estilo.

Cigarette BreakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora