Parte 3

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¿Quieren un consejo? Nunca crucen vodka con marihuana. Es decir, yo ya lo había intentado una vez, buscando consecuencias catastróficas. Yo pensaba que uno se puede morir acompañando vodka con cualquier cosa, pero nunca por recreación, pura, divertida y hasta mística.

—¿Escuchas eso, Marley?—dice Colin señalando el cielo. Toca su rostro como para sentir que sigue vivo; sus ojos miel, incrédulos se abren de par en par.

—¿Qué?—pregunto sin mucho sentido, y miro para donde él señala.

— ¡Dios está hablándome! —grita, alarmado—. Escúchalo, me está diciendo que no le gusta lo que hago. Júrame que no lo escuchas tú también.

— ¡¿Dónde carajos...?! —desesperada, yo también busco en el cielo. Según Colin, Dios tiene forma de ojo, de uno muy loco y brillante, pero...—Nah, es sólo el sol.

Sí, ya está amaneciendo y en menos de dos horas yo tengo que ir a trabajar.

Antes de sacar mis pies del lago, convenzo a Colin de que aquel no se trata de Dios, sino de esa pequeña cosita que nos avisa a la clase proletaria que un nuevo día esclavo ha comenzado; que un nuevo billete debe ser ganado.

—¿El sol? Pues vamos detrás de ese maldito bastardo—me toma de la mano y me obliga a entrar de nuevo al lago.

El agua helada me hace razonar. Quiero soltarme, pero Rastafari me lo impide. Él quiere seguir divirtiéndose.

—Mira tú, no todos nos podemos dar el lujo de tener la gran casa con lago en el patio, el coche del año o comprar todo el licor del mundo, como tú—lo golpeo en el pecho— ¿Sabes? Algunas personas tenemos que ir allá afuera y trabajar para poder comprar algo que no sea ligeramente defectuoso, como yo.

—¿Defectuosa tú o las cosas?

—Yo no, ¡las cosas!—gruño fastidiada—Ya, me voy. Vuelvo luego, y por favor, trata de no meterte en problemas con nadie mientras no estoy, ¿vale?

—Entendido, Capitana—él hace un saludo militar. Camino hacía lo que pienso es mi destino, pero...—Ehm, Capitana...

— ¡¿Ahora qué?! —le grito exasperada.

—Tierra firme está al otro extremo—señala al lado de la casa.

Oh sí. Aún sigo un tanto mareada, por decirlo de alguna manera.

Deben saber que así, dopada, me la he pasado las últimas dos semanas a su lado. Hasta puede decirse que Colin es algo así como... ¿mi nuevo mejor amigo? Al pensarlo, me retuerzo con un escalofrío.

No puedo creer lo que estoy a punto de decir, pero igual lo haré:

Él es mi mejor amigo, barbudo y de reputación misteriosa que a pesar de eso, me ha tenido en su casa siempre después del trabajo. La entrometida de mi hermana, no puede creer que al fin he dejado "entrar" a alguien que no sea Sanjay o Betty, mis compañeros del trabajo. Usualmente me cuesta un poco—mucho—confiar en alguien, pero con Colin eso parece imposible.

Aunque me niegue, siempre hay algo que me arrastra a la ola de locura consumista que es su vida. Es como ese amiguito que todos tuvimos de niños: tan solo y abandonado al final del salón que es capaz de pagarte los dulces en el almuerzo con tal de que te los comas con él y le hagas compañía. Sin embargo, no sólo el hecho de que Colin paga mis cosas para ponerme estúpida es lo único que me hace ser su amiga. Él es sumamente trasparente; dice siempre lo que piensa sin importar si es demasiado agresivo o estúpido.

Cigarette BreakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora