"Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada." - Orgullo y Prejuicio.
A la mañana siguiente desperté con más sueño. No había dormido mucho y seguía exhausta.
Había aceptado casarme pero no sabía con quién, cerré los ojos con fuerza, ¿qué iba a pasar con mi vida y mi trabajo en Italia? ¿Sería capaz este hombre ir a vivir a Italia conmigo? Yo ya tenía una vida allá, trabajo, amigos... ¿Sería yo capaz de dejar mi vida por él? No, claro que no, si siquiera lo conozco.
Antes de poder pensar más sobre el tema, la puerta de mi habitación se abrió y un muy familiar gruñido provino del costado de mi cama. Yugi, mi enorme perro bóxer negro subió a la cama. Mi perro vino conmigo desde Italia, hacia un año y medio que lo había encontrado, él necesitaba un hogar y yo necesitaba a alguien que estuviera conmigo, así que me pareció un buen negocio, y cuando me llamaron para contarme lo que había sucedido no dude ni un segundo en traerlo conmigo, lo necesitaba y él me necesitaba a mí. Escuche unos pasos y fingí estar dormida.
—Mi niña — dijo Sara suavemente sentándose a mi lado en la cama — Sé que estas despierta.
Abrí un ojo, ella sonrío y volví a cerrarlo.
—Nope. No lo estoy.
Sara se levanto de la cama y se detuvo en la puerta.
—Bien, como no estás despierta me voy, sólo venía a decirte que un tal señor Blachett te ha llamado y pidió que le devolvieras la llamada.
Suspire, el señor Blanchett era mi jefe, un francés que me tendió la mano cuando había terminado de estudiar diseño de moda e indumentaria y necesitaba una razón para quedarme en Italia. Era un hombre bueno y generosos.
Me gustaba dibujar y pintar, era una manera de expresar lo que sentía, leer me hacía sentir que no estaba sola en el mundo, me hacia recordar que cuando era una niña mi padre siempre me leía un cuento antes de dormir y los vestidos... bueno los vestidos eran mi vida, amaba diseñarlos, era parte de mi.
Hice nota mental de devolverle la llamada.
—Correcto — dije a nadie en especifico sentándome en la cama.
Sara salió de mi habitación y Yugi subió a mi regazo.
-Oh Dios, chico, cada día estas más pesado y mas enorme, hoy tenemos que ir al veterinario ¿recuerdas?
Metió su cabeza debajo de mi brazo.
—Vamos Yugi, hoy va a ser un día bastante largo.
Salí de la cama y fui a darme una ducha, realmente tenía muchas cosas en la que pensar, pero no quise hacerlo. Cuando salí del baño Yugi seguía en la cama, cuando me escucho levanto la cabeza. Fui a mi armario a buscar una camiseta, unos jeans y un par de converse.
Cuando termine de vestirme, Yugi y yo bajamos al comedor, mi mamá ya estaba sentada con el periódico, no pude evitar recordar a mi papá, el siempre quiso lo mejor para nosotras. Seguía en mi mente la idea de que tras este matrimonio había algo mas, Robert Carmichael era un hombre inteligente, él no iba a hacer que me casara con un completo extraño porque si. O al menos eso quería creer.
— ¿Hija?
Mi mamá me saco de mis pensamientos.
— ¿Te sientas a desayunar conmigo?
—Claro.
Maia, una de las tres chicas que trabajaban en casa, se acerco con una bandeja. En la bandeja había un plato con huevos y tocino y un vaso de jugo de naranja. Maia me sonrío mientras me ponía la bandeja en frente.
—Buenos días, señorita.
—Hola Maia, gracias.
Cuando volvimos a estar solas con mamá le pregunte:
—¿Esta todo bien?
Ella trato de dedicarme una sonrisa pero no le salio.
—Sabes cariño, solo no quiero... no quiero que esto nos separe Mel, no quiero que huyas de mi ¿sabes? ¿Esto de la boda? estás haciendo lo correcto hija, pero si no quieres hacerlo, no tienes porque hacerlo —me di cuenta de la desesperación en su mirada, estaba ¿asustada?
—Está bien, lo haré, no pasa nada.
Esto realmente no me gustaba, pero había algo por lo esto había salido a flote tan rápido, tan... de repente. Era ridículo en primer lugar, no sabía cómo sentirme acerca de que tenía que casarme con un multimillonario al que ni siquiera conocía de la noche a la mañana, muchas cosas no tenían sentido.
Ella me sonrió y se levanto de la mesa.
—Por cierto voy a llevar a Yugi al veterinario —dije.
Mamá miro hacia donde estaba el perro y asintió.
—Bien, yo también tengo cosas que hacer —dándome un beso en la cabeza —te veo luego.
—Claro.
Termine mi desayuno y fuimos al veterinario. Decidí quedarme hasta que acaban con Yugi, realmente no tenía muchas cosas que hacer, solo pensar...
"Estás haciendo lo correcto hija"
¿Lo correcto? ¿Lo correcto para quién? ¿Para mí o para mi madre?
Pasaron media hora más o menos cuando acabaron con Yugi la doctora me dio un tarjeta en la que se anotaban las vacunas y demás cosas, me dijo que el perro estaba perfecto, 58 cm de alto y 26 kilos, era enorme. Justo cuando íbamos saliendo Mónica me llamo, subí a Yugi al auto y conteste.
—Tengo la quinta temporada de The Vampire Diaries, te apuntas?
—Genial, estábamos en el veterinario con Yugi, lo llevo a casa y luego voy a tu edificio.
—Claro —contesto Monica animada, —te veo luego, adiós.
—Adiós.
Colgué y me dirigí de nuevo a casa de mi mamá para dejar allí a Yugi.