Capítulo 11

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Amelie venía cada día, quería demostrarme que no era cómo sus otros familiares, que quería ser mi amiga.

Que incrédula, cada día le quedaba menos energía, pero seguía viniendo a alimentarme sin saberlo.

-¿Ves aquel hueco de la pared?-me dijo señalando un lugar en el que no había ningún grafiti.-Dime una frase, yo la escribo.

-《Dejé de luchar contra mis demonios internos, ahora estamos del mismo lado》

Al decir aquello me miró horrorizada.

-No...no has cambiado...-una lágrima recorrió su mejilla.

Sabía a que se refería, no era la primera vez que citaba aquello. Cuando empezé a perder la compasión por los humanos lo dije, me salió solo, como si aquella oración llevara en mi interior mucho tiempo preparada para salir.

-Pensé...que al limpiarte el polvo, jugar, leer y hablar contigo...quizás...te volverías bueno de nuevo...pero...me equivocaba.

-Dejé de ser bueno cuando el maldito Hubert inventó la aspiradora.

-Pero no puedes vivir siempre en el pasado...-dijo suspirando, estaba destrozada.

-Tranquila, ahora mismo estoy planeando tu futuro.

Se asustó y retrocedió un paso, pero tropezó con el bordillo y se cayó al suelo pegandole una fuerte patada a la estatua, la cual se hizo una pequeña grieta.

-¡¡¡¡¡¡Oh no no nonononono NONONONONONO!!!!!!¿Qué he hecho?

-Ayudar a una pobre criatura, eso es lo que has hecho.-exclamé soltanto una sonora carcajada.-Acabas de liberar el sufrimiento, desesperación y tristeza de miles de personas que han acudido a mí. Más las que recogí cuando era libre.

-Nononono...tengo que parar esto...

Salió corriendo y avisó a un policía que la miró con aire de preocupación y le preguntó que si había mirado de ir al psicologo. La hecharon de allí, lo que me daba vía libre para salir.

La Catedral De Los SuicidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora