Capítulo 3

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Esa fue la ultima vez que vi el exterior en muchos, muchos años.

Hubert se aseguró de que así ocurriera. Aquella noche, tras apagarse las últimas luces de la ciudad. El hombre me metió en su carro tirado por dos elegantes caballos negros, y nos alejamos rapidamente de aquel lugar.

Yo no podía ver, solo escuchar. Oía el paso firme de los oscuros animales que me llevaban. Oía el ruido de las ruedas sobre el irregular asfalto. Oía el canto de los búhos que cesaba cuando pasabamos a su lado. Oía la acelerada respiración de mi acompañante. Me sorprendí cuando, de repente, empezé a oír más animales. A oír que lo que pisabamos ya no era asfalto, sino hierba. A oír como la suave brisa que inundaba aquella noche hacía que los arboles crearan su relajante música...

Dejamos de avanzar, habiamos llegado. Yo no sabía donde estabamos, pero sí que habíamos encontrado el que sería mi nuevo hogar.

La Catedral De Los SuicidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora