Prologo

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Un par de policías intentaban hacer barrera para que los curiosos no sacaran fotos. Otros intentaban colocar la cinta policial de "no pasar" y colocaban gradas. La agente Marinette Dupain-Cheng tardó en llegar por toda aquella gente curiosa que hacía tapón. Su compañero Adrien Agreste no lo tuvo tan complicado, pero ninguno de los agentes que habían llegado antes le habían dado grandes detalles. Dupain-Cheng examinó la escena del crimen con sumo cuidado, intentando no dejar ningún detalle al viento.

"Ha sido Hawk Moth" fue lo primero que dijo a su compañero "Mira la mano, esa marca es suya"

"Esto es paranoia tuya ya" Le respondió su compañero agachándose a ver si era verdad. En efecto, una mariposa marchada a fuego en la piel de la victima revelaba que su compañera tenía razón. "Quizás la victima era seguidora de Nooroo. Solo lo sabremos con un médico forense que no llega". Aquel tono fue para apremiar a los simples para llamar aunque fuera a ver donde estaba la ambulancia.

Era la séptima victima de el asesino "Hawk Moth", parte de la peligrosa banda de Nooroo. No sabían exactamente que querían, por que mataban a esas personas, pero ahí estaban y Marinette no terminaba de atrapar a esa persona. Siempre firmaba en sus escenas del crimen con una mariposa en alguna parte del cuerpo de la victima, ya fuera a fuego, tatuada o algo. La única forma que tendrían de saber si alguien sobreviviera, pero nada más llegar, ya estaba muerto y era muy frustrante. Ya toda la policía y gente de París dudaba de la efectividad del dúo Agreste/Dupain-Cheng, pues hasta ese escurridizo asesino ellos eran la mejor mano contra los que no cumplían la ley.

"Maldita sea, Plagg, ¿Cómo que no podemos revisar las cámaras que habían en la escena?" preguntó bastante enfadada por teléfono a su buen agente de informática amante del queso Plagg. "Somos la justicia, claro que nos deberían dejar"

"Son de establecimientos privados que no quieren ser el próximo blanco de Hawk Moth. Y seguro que, cuando nos dejen, ya no habrá nada. Sin una orden que llegaría muy tarde, no podemos hacer nada a punta de pistola"

Nada más colgar, Marinette le dio una patada a la puerta de uno de los coches, totalmente frustrada. No era la primera vez que pasaba, y no podía culpar u obligar a los mercaderes. Ya una vez lo hicieron y, a parte de que no había nada grabado, el propietario y los trabajadores recibieron en una mañana un paquete bomba y el comisario les dio una reprimenda muy larga.

"¿Qué se sabe de la victima?" preguntó a su compañero que ya había dejado la cartera en la bandeja de pruebas

"Su nombre era Adela Suarez, española de 25 años y se había mudado por trabajo como oficinista en una revista de prensa rosa. Sin pareja y gran amante de la literatura"

"Mañana iremos a saber más de su trabajo en esa prensa rosa. Dile a Tikki que lleve a la oficina esta noche litros de café y los últimos números que hayan sacado. También quiero una pizarra y los expedientes de los demás casos con las mariposas."

Su compañero asintió con la cabeza y marchó corriendo a llamar dentro del coche a su buena secretaria. Antes de ir con él de vuelta, examinó el cuerpo antes de que, por fin, llegara la ambulancia. Detalló en la marca del cuello, en la ropa tan y en la falta de zapatos. Cualquiera creería que simplemente la había agarrado del cuello y la habría tirado de su piso, pero no le veía ningún sentido.

Mariposas para los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora