-CAPITULO 5-
Al día siguiente, Nathan y sus suegros se marchan al cementerio, dejando a Natalia a cargo de Hugo y Alma. Su suegra le ha dejado el desayuno y el almuerzo preparado para dárselo a los niños.
Los tres se suben al coche de Nathan, de camino hacia el cementerio de Castellón paran a una floristería para comprar un ramo de flores y dejarlo al nicho de la difunta Naiara.
-¿Qué flores le compramos?-. Pregunto su suegra a Nathan.
-A ella le gustaban las rosas rojas-.
-Pues le compramos rosas rojas y alguna que otra flor. ¿Te parece bien?-.
-Perfecto-.
Cogen las flores y pasan por la caja, aunque hay un poco de cola y tendrán que esperarse unos minutos para pagar. Una vez les toca, pasan por caja.
-¿Es todo?-. Pregunta la cajera.
-Si-. Contesta la suegra de Nathan.
-Pues son, treinta y cinco euros-.
La suegra de Nathan le da el dinero y la cajera le devuelve lo que sobraba. Se montan en el coche, arranca y se ponen en camino otra vez hacia el cementerio.
Cuando llegan allí, el que se encarga del cuidado del cementerio estaba abriendo las puertas, había bastante gente que ira a visitar algún familiar.
Nathan coge aire, cuenta hasta diez y entra junto con la madre y el padre de su difunta mujer.
-Que duro es esto-. Resoplaba Nathan.
-Lo se, se fuerte-. Le contestó su suegro.
Nathan y su suegra no podían aguantar las lágrimas y arrancaron a llorar, la verdad que para ellos dos fue demasiado duro, igual para el padre de Naiara aunque a él aún se le notaba menos, era fuerte y eso le hacía aguantar. Pero Nathan no podía, el parece muy duro, pero para esto el no podía. Si ahora es feliz junto a Natalia pero ese vacío que el tiene de su primer amor, nadie lo podría llenar.
Cuando llegan a la lápida de Naiara, ahí estaba, la abuela de Nathan, los padres de Nathan, los hermanos de este, Francis y Mercy.
Aun se puso más a llorar Nathan, sabía que tenía a su familia. Porque para Nathan la familia lo es todo. La familia está para apoyarse los unos a los otros, para ayudarse y para todo lo posible.
La familia de Nathan se le acercó y le abrazo dándole ánimos, la familia quería estar para que viera Nathan que estaban para lo bueno y para lo malo.
Poco rato después de estar en el cementerio, llorando a su amada, el y la familia de ambos deciden retirarse del lugar. Van paseando poco a poco, secándose las lagrimas, cogidos de los brazos. Se montan al coche y se marchan hacia su casa.
-¿Se puede quedar Natalia con vosotros y los niños?-.
-Si claro-. Le contestó su suegra.
-Gracias, os dejaré en casa y me iré. Necesito estar solo-.
-Nosotros te entendemos-.
Al llegar a casa Nathan espera a que sus suegros bajen del coche. Una vez bajan del coche Nathan se pone en dirección a ninguna parte. Hoy era uno de los días más duros que posiblemente haya tenido que lidiar en su vida. Llegó a la playa, aparcó su coche y se metió en la arena sentándose y mirando como rompen las olas en la orilla.
-Hay Dios, ¿Por qué a mí?-. Preguntó Nathan mirando a ninguna parte.
-¿Qué esperas de mí?-.
-¿Qué más puedo dar?
-Dame fuerzas para seguir, porque otra más no sé si podre-.
Estas son las preguntas que el se formulaba Nathan, por todos los acontecimientos ocurridos hasta la fecha de hoy. "Amar es querer, y querer es poder".
Después de pasar unas cuatro horas sólo, pensativo y triste, Nathan decide volver a casa para estar con su familia. Mañana el joven Nathan ya no estará y tiene que aprovechar las últimas horas que le quedan antes de irse a la Academia de policía.
Cuando llega a casa de sus suegros, Natalia estaba allí en la terraza esperando a Nathan preocupadísima.
-¿Dónde estabas Nathan?-.
-Nada amor, necesitaba estar solo. En la playa estuve-. Le dijo dándole un beso.
-Me tenías preocupada amor, avísame por favor-. Le dio un abrazo.
-Vale, lo siento. Pero lo necesitaba-.
-Bueno mi amor, come que tu suegra te ha dejado la comida preparada-.
Nathan se sentó a la mesa y comió lo que su suegra había preparado. Albóndigas con tomate y guisantes, le encanta ese plato a Nathan comiéndose media barra de pan, mojando la salsa.
Al rato de que Nathan acabará de comer, Natalia y el de fueron a casa a preparar la maleta para irse al día siguiente a la Academia.
Una vez en casa, Natalia le prepara sus cosas y Nathan estaba metiéndolas en la maleta. Pero entre camisas y pantalones y el roce de sus manos el ambiente se iba caldeando poco a poco.
Ahora en vez de guardar las camisas, se quitaban las suyas besándose muy despacio, diciéndose lo mucho que se amaban y cuánto se necesitaban el uno del otro. Nathan le besaba por el cuello muy lentamente, cuando se acercaba a la oreja de Natalia este se la mordía sin causarle dolor, esto a Natalia la encendía más, en uno de sus arrebatos está tumba a Nathan en la cama poniéndose encima de este. Besando su cuerpo bajando lentamente por su abdomen. Al llegar a su cintura, le desabrocha el pantalón quitándoselo de casi un estirón.
Ella coge su miembro y se pone a jugar con el. Lo succiona hasta metérsela entera en la boca. Mientras juega con su lengua, Nathan está súper encendido se agarra a las sábanas sin soltarlas. Unos minutos después de que Natalia jugará con su miembro, está se coloca encima de él cabalgándole como si de una jinete se tratara. Nathan le agarra de su trasero moviendo sus manos al compás de ella.
Ella grita de placer, sin importarle los vecinos. Pone sus manos sobre su cabeza, se coge de los pechos, ya no sabe cómo ponerse de lo caliente que está. Nathan se levanta sin sacarla de dentro, la tumba en la cama y comienza muy lentamente y poco a poco aumenta la intensidad. Pone las piernas de Natalia en sus hombros, Natalia cada vez grita más de placer.
-Dame más, me encanta-.
-Te amo princesa-.
Nathan coge a Natalia y la pone de espaldas a el dándole y azotándola un poco, eso a ella le gusta.
-Cariño, voy a llegar-.
-Yo también-.
En ese instante un grito de placer desgarrador crea el silencio y Nathan también había llegado al clímax. En ese mismo momento se abrazan y se quedan dormidos, abrazándose.
