Confeción.

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Jamás me había costado tanto expresar mis sentimientos hacía una persona, pero contigo era un enigma. Siempre tan cortes pero frío a la vez, que no sabía lo que sentías.

Ese día que deje que entras a mi corazón, mucho antes de la confesión, sabía que mi vida cambiaría ¡Vaya que sí lo hizo!

Como era costumbre de hablar todos los días y a todas las horas, decidí preguntarte respecto a tu vida sentimental.

Es algo de lo que no me gusta hablar.

Respondiste sin más.

Quería que la tierra me tragara por ser tan inoportuna. Pero así también sembraste la duda.

Oh... bueno, lo siento.

Te​ respondí.

La plática siguió su transcurso normal, hasta que en un punto preguntaste:

¿Te gusto yo a ti?

Reí ante tu pregunta.

¿Gustarme tú a mí? ¡Por favor yo ya estaba encantada por ti!

Pero...

Dime mi amor... ¿Tú también te reíste de mi al saber mi respuesta? El cual fue un rotundo:


Dime Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora