El camino marcado en sus ojos.

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   Cuando crucé el portal me llevé una gran sorpresa, no era nada de lo que imaginaba. Pensaba que sería un mundo muy similar al que había dejado atrás, pero era todo lo contrario. Extensos bosques se extendían hasta perderse en el horizonte, un cielo tan claro y azul, grandes montañas nevadas y verdes se alzaban a la distancia, era un lugar completamente hermoso, parecía sacado de un cuento de fantasía, pero era real y estaba justo frente mis ojos. La emoción que sentía en ese momento era tan grande que era imposible no sonreír, mi corazón latía con fuerza. El portal se cerró a mis espaldas indicando que la decisión que había tomado no se podía deshacer, ahora debía continuar sin dar la vista atrás.

      –¿Qué nombre tiene este lugar Cray? –El pequeño dragón saltó a mi hombro y luego respondió

      –Inferos, señor. Su hogar. La tierra reinada por los Demonios.

      –¿D-Demonios? ¿Te refieres a esos espectros del más allá? –Cray soltó una pequeña risa.

      –¿Espectros del más allá? Me pregunto qué absurdas historias habrá escuchado en Mortalis Terra. Los Demonios son una de las tres razas predominantes en el espacio y el tiempo, seguido los humanos y luego los ángeles... Todos poseen la misma apariencia física, pensamientos y sentimientos.

      –Creo que es algo que deberías explicarme un poco más despacio, no comprendo lo que dices.

      –Inferos, Mortalis Terra y Caelum son los tres mundos que conforman el espacio y el tiempo. Antes eran uno sólo, Magna Mundus. Dividido por una trágica guerra entre los mortales y los Dioses que casi extingue la vida en la tierra. El nacimiento de los Nephilims, la cuarta raza, fue la causa de la gran guerra. Los Nephilims fueron cazados hasta llevarlos hasta el borde de la extinción, ninguno llegó a la adultez, exterminaban niños. La esperanza de que la tiranía de los Dioses cayera, yace en las manos de los Nephilims y usted mi señor es uno. Uno muy especial, hijo de Christina el ángel y Esnayfer el Dios del Fuego.

      –Mi madre y mi padre... Jaja... No puedo negar que esto es extremadamente confuso. Pero ya estoy aquí. Y con lo que me has contado el deseo de saber más es aún mayor. Es algo extraño que me digan que nunca fui un humano, aunque me lo veía venir. ¿Un humano de ojos amarillos? Ridículo, ¿no crees?

      –Le puedo asegurar que más adelante obtendrá todas las respuestas que busca, señor.

      –De eso estoy seguro.

   En ese momento dude de muchas cosas, y un sentimiento de preocupación invadió mi corazón. ¿Acaso había tomado esa decisión de manera precipitada? No tenía ni la menor idea de que me esperaba mas adelante. Estaba conociendo cosas de una manera muy rápida y brusca. Nephilims, Dioses, Guerra... Aun me costaba entender todo eso. Pero algo estaba muy claro, el mundo que había dejado atrás solo albergaba dolorosos recuerdos y por fin, en mucho tiempo, un camino se había abierto. Una nueva vida comenzó en ese momento. El Claude asustado, herido y triste había muerto, era tiempo de comenzar a dar los primeros pasos.

   Cray y yo comenzamos a caminar, debido a la apertura del portal el dragón había quedado totalmente débil por lo cual no podía alzar vuelo, eso fue lo que me dijo. Nos encontrábamos en una colina por lo cual tuvimos que hacer un difícil descenso, la tierra no era muy sólida y en varias ocasiones me deslizaba con peligro a caer. Dificultosamente logré bajar de la colina. Cray me guiaba, pero sin poder comprenderlo había pasado por alto preguntar hacia dónde.

      –Sé que es algo tarde para preguntarlo, pero... ¿A dónde vamos?

      –Estoy seguro que recuerda lo que le conté sobre los Nephilims. No muy lejos de aquí hay una ciudad sin nombre en la que habitan seis de ellos. Se hacen llamar los Paladines, se les conoce por defender al inocente y ayudar al necesitado. Son como una especie de héroes.

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