Luna se levantó de la silla y caminó por la habitación hasta colocarse justo en la ventana que estaba a mi derecha. No podía negar que había quedado totalmente cautivado por ella, observé cada uno de sus movimientos, sus brazos, sus piernas, su cabello. Me temblaban un poco las manos al momento de hablarle. No dejó de sonreír mientras hablábamos, eso me ponía un poco más nervioso. Se le notaba entusiasmada e intrigada por saber más de mí.
–Supongo que eres nuevo por aquí. Es la primera vez que te veo.
–Sí, llegué hoy.
–Querrás decir ayer. Has estado inconsciente desde ayer en la tarde. Te trajeron aquí con múltiples golpes y fracturas en varios de tus huesos.
–¿Ayer en la tarde? Así que estuve inconsciente por todo un día. Creo que Alex se le fue un poco la mano.
–Espera un momento, ¿conoces a Alex?
–Así es, estuve... –De pronto la voz de Alex sonó con fuerza y entró a la habitación.
–Es el nuevo aspirante a Paladín, Luna. Ayer estábamos entrenando.
–¡Oh! Ya veo. Estupendo, pensé que seríamos los únicos. Buena Suerte, Claude.
–Gracias.
–Sí, súper. Ahora Claude, levántate y cámbiate. Tu ropa se estropeó tras el último entrenamiento, aquí te he traído una muda de ropa. Te veré en la arena. —Cambió rápidamente de tema Alex, al mismo tiempo que tiraba un bolso en mis piernas, antes de que cayera pensé que sentiría un dolor enorme ya que mis piernas estaban rotas. Pero no sentí dolor, de hecho, podía moverlas completamente. Estaba muy sorprendido, habían curado todas mis heridas en tan solo una noche. También me percaté al momento de mencionar mi ropa, qué llevaba una diferente. Una franela gris claro, ancha, y un pantalón corto, marrón, observando el tamaño de la ropa deduje que era de Alex. Cuando subí la mirada para ver a Alex ya se había ido. Luna se despegó de la ventana, caminó hasta la puerta y asomó su cabeza para verlo, pero este ya se había marchado.
–No sé qué le pasa. Ha tenido ese carácter desde hace unos días. Tú no le hagas caso, Claude. Yo debo hacer algunas cosas. Me gustaría hablar más contigo, cuando termines tu entrenamiento ven y búscame. ¿Vale?
–D-De acuerdo –. Dije con voz titubeante.
–¡Genial! Nos vemos luego.
Ella salió deprisa de la habitación. Me sorprendía esa actitud tan carismática qué tenía, era como una niña inocente. De un alma pura.
Me puse de pie y me percaté de que todas mis heridas estaban sanas, abrí el bolso y saqué la ropa que Alex me había traído, era exactamente igual a la que él llevaba puesta, pero un poco más pequeña. Franela negra, pantalón marrón y botas de cuero. Me quité las vendas de mi cabeza y brazos para culminar y ponerme en marcha. Estaba claro que me encontraba en un hospital había muchas personas tosiendo y quejándose de dolores, y claro, los doctores y enfermeros atendiéndolos, todos ellos vestían de una manera similar. Me costó un poco salir del hospital, no sabía dónde quedaba la salida, me confundía por tantos pasillos qué tenía el lugar. Hasta que por fin encontré la salida. Una vez fuera pude sentir el calor del sol, era un día muy soleado, el cielo estaba muy despejado, se veían pocas nubes. Pasaron pocos segundos antes de darme cuenta que había olvidado como llegar a la arena. No presté atención al camino cuando fui con Alex. Así que no tuve más elección qué preguntarles a los ciudadanos. La primera persona que divisé fue a una anciana qué estaba sentada en una banca justo en frente de mí. Me acerqué lentamente y le hice la pregunta. La señora de una manera muy amable me contestó sin problemas, medio indicaciones precisas, pude recordar algunos lugares que me describió. Me despedí de ella, le agradecí y fui directo con Alex.
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Almas Inocentes
FantasyUn niño con ojos amarillos había nacido de la tragedia, separado de su padre por el odio y el miedo, dejado por su madre tras escuchar la sublime voz de la muerte. Criado en un mundo oscuro y cruel originó en su maltrecho corazón el deseo de jamás h...