Miranda llegó a aquella casona con las manos atadas y una cintilla en los ojos.
Hacía mucho tiempo que había perdido la capucha, por lo que estaba empapada y tenía los pies llenos de lodo. Los risos le caían pesados sobre la espalda haciéndola tiritar. Estaba completamente congelada, y asustada al estar de nuevo bajo la autoridad de los que hacían llamarse soldados de Aron.
--¿Dónde la dejamos?--interrogó una voz joven desde su lado derecho.
Un objeto, eso era lo que Miranda era para ellos, algo inservible de lo que querían deshacerse a la menor oportunidad.
La chica agachó la cabeza y aguardó un momento.
Volver a ser tratada como un delincuente era algo a lo que nunca se acostumbraría. Ser odiada sin ninguna razón la hería aunque no lo admitiera en voz alta. Sabía que tarde o temprano aquello iba a pasar pero siempre era duro tener que enfrentarlo.
--A la habitación que designó Joan para ella, por supuesto-- clarificó una voz grave que Miranda podía reconocer aunque la había escuchado en muy pocas ocasiones--. A partir de ahora será trabajo de la primera cuadrilla. Recuerden que no se aceptan errores.
Así es que él estaba a su lado.
Como no había hablado ella no lo había notado hasta ese momento. Su tono indicaba que de nuevo estaba enfadado, aunque parecía estarse conteniendo un poco.
Miranda sintió que las manos que la sostenían desde los hombros se tensaron antes de que algunos pasos resonaran por el recinto acercándose a ella.
--No esperes que algo cambie ahora que el nuevo lazo ha sido forjado--dijo Darío--. No permitiremos que te burles de Aron, así es que deja de intentar jugar con tus sucios trucos.
Miranda se quedó petrificada.
¿Él lo sabía?, ¿Qué de pronto ella se había sentido terriblemente atraída por Joan?
Ni siquiera había sido una sorpresa que Joan hubiera desaparecido a mitad del camino siendo remplazado por nuevos soldados. Pensando con cabeza fría Miranda sabía que a todas luces sus acciones podían interpretarse como una forma de seducción para obligar a Joan a hacer lo que ella quería. Había perdido tontamente la libertad que a duras penas consiguió, pero no sabía que el hecho le hubiese afectado a tal grado como para que huyera y mandara a su mejor hombre a asegurarse de que no escapara.
¿Tanto lo había herido el haberse dejado embaucar de nuevo por Nahomy?
--Llévenla ahora--ordenó Darío y de inmediato todos se pusieron en marcha.
Esta vez, Miranda fue forzada a caminar sobre piso firme que hacía eco cuando las botas de los soldados transitaban sobre él. También fue guiada a través de escalones que se sentían angostos y a sumergirse en medio de un espacio silencioso que parecía ser un pasillo.
Al fin, al cabo de un rato, se detuvieron de golpe, antes de que alguien se separara de la formación para hacer el sonido de la acción que no podía ser otra que abrir una puerta.
Los ojos de Miranda volvieron a apreciar su entorno después de que alguien la obligara a caminar un par de pasos hacia el sonido que la madera había hecho al moverse. Estaba dentro de un cuarto enorme amueblado con una cama, un par de burós, una pequeña sala y un tocador. El piso estaba hecho de madera, con un tapete circular cubriendo el centro. Había candelabros pegados a las paredes y una segunda puerta entreabierta que a la distancia dejaba ver una tina de porcelana en su interior.
--Qué bueno que ha llegado--saltó a su encuentro Lucía desde un lado inespecífico de la habitación.
Miranda la miró sorprendida, con los ojos aguados.
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Al otro lado del espejo
FantasíaAron es un mundo maravilloso, alejado de la mano humana, liderado por un gran rey y su corte de sabios. Grandes montañas se elevan imponentes buscando alcanzar las estrellas, en una hermosa utopía que un día perdió lucidez debido a una traición. All...