Capítulo V

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—¡¿TRES?! ¡Tres estudiantes Héctor, golpeaste a tres el primer día!—me reclamó Amanda.

Toda mi aventura había terminando conmigo en la oficina del director. Me habían dado un primer sermón sobre el respeto, sin siquiera escuchar mi versión. Pero eso no era peor, volví escoltado a casa, con un castigo por psrte de la escuela y un segundo sermón de Amanda. Todo era simplemente genial.

—No es para tanto, Amanda—le dije, yo estaba sentado en el comedor. Ella caminaba alrededor de la mesa y me miraba con enojo. Llevaba las manos en la cintura.

—¡Le rompiste la nariz al chico!—.añadió levantando las manos. —¡No podrá asistir al colegio en una semana!—añadió y sus ojos se clavaron en los míos.

—¡No es mi culpa que aquí sean más débiles que en el último instituto que estuve! —.

—¡Ah! — extendió los brazos y abrió bien los ojos— ¿Osea que vas por ahí golpeando a medio mundo? —.

—Yo no quería hacerlo, ellos me obligaron—dije. No tenía más armas para defenderme, sólo me alegraba de que no vería a esa Adrián en unos cuantos días.

—¡Te suspendieron, Héctor!—me dijo y se quedó mirándome. —¿Es por tu Papá?—preguntó. «No, aquí vamos de nuevo. ¿Porqué siempre piensa que es por mi Papá?»

—¡No todo es por Papá, Amanda! ¡Maldición!—me levanté de la mesa.

No pensaba escuchar de nuevo esa platica motivacional de mierda que ella utilizaba sobre romper patrones y como no superaba a Papá. Pero ella era quien nunca dejaba de hablar del idiota ese, ella era quien tenía que dejar de vivir en el pasado, no yo.

Lucas estaba en la sala en ese momento, el cabezón jugaba hincado en la alfombra mirando la televisión. Me salí de la cocina, iría a mi cuarto, no necesitaba eso. Y no me importaba lo que Amanda pensara.

—¡Pues como sea, Héctor! ¡Estás castigado!—me gritó ya que yo estaba a mitad de las escaleras, ya era de noche.

—¿Qué?—pregunté. Estaba poniéndose neurótica de nuevo.

—¡Si, te tocará el ático! Mañana quiero que lo limpies—me señaló Amanda, yo sólo subí a mi cuarto sin volver la vista a atrás.

Pensaba en contestar, pero no era muy buena idea así que mejor me fui sin decir nada. Cerré la puerta con fuerza dejando claro mi mensaje y me fui a dormir.

**********

En la madrugada me despertó un ruido hueco. Yo estaba mirando hacia la ventana, me giré al otro lado y me di cuenta de que provenía de la habitación de Lucas. Me preguntaba que estaría haciendo el niño ese a altas horas de la madrugada, ciertamente no me parecía algo común en él.

—¿Lucas?—pregunté en voz un poco alta. Mi cuarto y el suyo estaban muy juntos, seguro me escucharía.

Paso un momento y el sonido apareció una vez más. En esa ocasión me senté en el colchón y espere hasta que se repitió, algo no andaba bien. Me levanté y caminé a la salida de mi cuarto, necesitaba dormir, ya había echado un vistazo al ático y me esperaba mucho trabajo. Llegué a la puerta de Lucas y toqué en tres ocasiones.

—¡Lucas, necesito dormir! Gracias—.

Los ruidos cesaron y volví a mi habitación, era hora de descansar. Me tape con las cobijas y me dormí al son del viento. Era hora de dejar todo de lado y descansar de tanta taruges a mi alrededor. Amanda con su neurosis, los chicos malos de la esvuela y por su fuera poco, Lucas y sus cosas raras. Mis párpados cayeron y no supe nada más.

********

A la mañana siguiente me levanté sin mucho ánimo y bajé a la cocina, tenía mucha hambre. Cuando llegué al final de las escaleras, volteé a mi izquierda y miré a Lucas. El chico estaba acostado en el sillón, profundamente dormido cubierto con una manta, solo. La televisión estaba apagada, Amanda apareció detrás de mi.

—Me preocupa—me dijo. Y se veía preocupada, no estaba molesta conmigo o al menos el tema era tan preocupante que nuestra discusión había quedado de lado.

Ella tenía los brazos cruzados y llevaba una blusa de tirantes gris y un short corto color rosado.

—¿Qué sucede?—pregunté confundido.

—No quiso dormir en su cama, pasó toda la noche en la sala—me dijo en voz baja y sentí una especie de calor en mi rostro acompañado de un escalofrío que recorrió mi columna vertebral.

Salí a toda prisa hacia el segundo piso si decirle nada a Amanda, solo arranque a toda prisa. Subí escalón por escalón pensando en esos ruidos que escuché la noche anterior y como fui a tocar para callar a lo que fuera que se escucha sin saber que Lucas no estaba ahí.

—¿Héctor? ¿Qué pasa?—preguntó Amanda.

Subí tan pronto como pude y la habitación estaba intacta ¿Qué había hecho esos ruidos? Me preguntaba.

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