Becca salió de su trabajo después de un largo y agotador turno nocturno. Mientras caminaba por la oscura calle hacia la parada de autobús, sacó su teléfono para enviarle un mensaje a su compañera de piso, Amy, notificándole que ya estaba en camino a casa. La pantalla del teléfono brilló, iluminando su rostro en medio de la noche.
Distraída por el mensaje, Becca no notó a los tres hombres adultos que se acercaban sigilosamente a ella. La tosca cartera que sostenía cayó al suelo y se quedó congelada cuando uno de los hombres la agarró por el brazo, obligándola a soltar su teléfono. Otro hombre la inmovilizó por detrás mientras el tercero se encargó de recoger el teléfono del suelo.
-¡Dame la cartera! -exigió uno de los hombres, con una mirada amenazadora que indicaba que no iba a aceptar un no por respuesta.
Tras un breve forcejeo, Becca finalmente entregó su cartera temblando de miedo. Miró impotente cómo los hombres examinaban su contenido en busca de cualquier cosa de valor. Los ladrones no se conformaron con eso; pronto se dieron cuenta de que no había dinero en la cartera y sus miradas se tornaron aún más amenazadoras.
En ese momento, Becca se dio cuenta de que estaba en una situación peligrosa. A pesar de su miedo, trató de mantener la calma y pensar en una forma de escapar. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, uno de los hombres la inmovilizó con fuerza y le tapó la boca con una mano.
-¡Cállate, zorra! -le gruñó, sus ojos cargados de hostilidad. Becca luchó, pero la presión de la mano sobre su boca y la fuerza con la que la sostenían la dejaron sin aliento y asustada.
Los hombres la arrastraron hacia un callejón oscuro y aislado. Becca forcejeaba con todas sus fuerzas, pero uno de los hombres le propinó un brutal golpe en la cara que la dejó aturdida y tambaleándose. El impacto la hizo ver destellos de luz antes de que todo se sumiera en la oscuridad. Su conciencia se desvaneció, y la noche se tragó sus llanto desesperado. Becca se dio cuenta de que su destino estaba sellado. Esa noche, su vida dio un giro aterrador que nunca habría imaginado en sus peores pesadillas.
Sintió las vibraciones en el suelo y supo que alguien mas había llegado, se coloco de rodillas y apoyo la cabeza contra el suelo, tres pares de pasos distintos se acercaban. Se puso de pie como un resorte y los espero, no tenia tiempo para tener miedo ni estar asustada, ya lo estaría cuando saliera de ahí.
-Mírala- dijo el hombre que le había golpeado- es perfecta.
-Preciosa- respondió el segundo acercándose, Rebecca alzo los brazos en posición de defensa- y guerrera- murmuro fascinado- es perfecta.
-Si lo es- Becca había perdido el hilo de la conversación centraba como estaba en el primer sujeto, el mas cercano.
-Trae la dorga- dijo el segundo, Rebecca retrocedió asustada. Que la quisieran drogar no era nada bueno- ¿No ha hablado?
-No
-Es un ángel guerrero y tozudo- respondió orgulloso, pero la verdad era mucho mas simple: desde la meningitis sus cuerdas vocales nunca se recuperaron y lo único que podía decir eran sonidos agudos, y a veces ni eso.
Sintió el tercero acercarse con una aguja en alto y retrocedió asustada, el primero también se acerco y entre los tres se abalanzaron sobre ella. Uno le sujeto el brazo mientras el otro la cercaba en sus brazos, un dolor le recorrió el hombro antes de caer inconsciente en los brazos de Morfeo.
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Se sentía balancear y tenia ganas de vomitar, con la boca patosa intento enfocarse en el lugar donde estaba pero no estaba en ningún lugar, se removió dentro de la bolsa y un golpe en el costado la hizo soltar un sollozo, tenia las manos atadas pero los pies no y eso era una buena noticia, debía serlo, si lograba salir de ahí podía correr. De repente se sintió alzar y transportar, sin duda estaba en una bolsa de deportes.
Se estrello contra el suelo y no pudo evitar gimotear y entonces la luna la ilumino, justo ahi, la cremallera había cedido. Metió un dedo y de un ágil movimiento abrió la bolsa, miro a su alrededor y uno de los hombres estaba ahí.
-Mierda- leyó en sus labios cuando la vio, Becca no pensó, su cuerpo se alzo como poseído y simplemente salio corriendo.
Becca se encontraba en medio de un bosque oscuro y misterioso. Los árboles se alzaban majestuosos a su alrededor y terrorificos al mismo tiempo, sus ramas formando un dosel impenetrable que apenas permitía que la luz de la luna se filtrara a través de las hojas. El suelo estaba cubierto de hojas secas y ramas caídas, crujían bajo sus pies desnudos con cada paso que daba. El silencio del bosque se rompía debido a sus pesados jadeos mientras huia.
La oscuridad le daba al bosque una sensación de misterio y peligro. Becca no podía ver más allá de unos pocos metros a su alrededor, y la inmensidad de los árboles la hacía sentirse pequeña y vulnerable. A pesar del miedo que sentía, no podía evitar apreciar la belleza del lugar. El aroma de la tierra húmeda y las hojas en descomposición llenaba el aire, y el viento susurraba entre las ramas, creando una sinfonía natural que la rodeaba.
El bosque era un lugar salvaje y primitivo, donde la naturaleza reinaba en su forma más pura. Aunque Becca estaba asustada y herida, no podía evitar sentir una extraña conexión con la naturaleza que la rodeaba, como si el bosque mismo estuviera tratando de protegerla en su momento de necesidad.
La adrenalina corría por sus venas, no sentía dolor, solo la necesidad de alejarse mas y mas, corrió todo recto y entre las copas de los arboles la luna la iba guiando, se paro a tomar aire y giro en todas las direcciones. ¿Donde estaban? No lo sabia, se puso de rodillas y ahí se dio cuenta de que algo iba mal con su brazo, caía en un angulo extraño, estaba dislocado pero no sentía dolor, por la droga quizás o por el miedo.
Jadeando apoyo la oreja contra el suelo, pero las vibraciones no se sentían como de costumbre, no podía descifrarlas, parpadeo a punto de llorar. Ella solo quería ir a casa y que Amy la abrazara y le contara como le había ido el día, solo quería un chocolate caliente delante de la tele y luego acostarse en su cama, su mullida y calentita cama. Las lagrimas se desbordaron y jadeo asustada. Se puso en pie y miro la luna de nuevo, giro en redondo perdida y entonces lo vio, el humano numero uno, el que la había secuestrado, el que la había golpeado, el que la había puesto en esa situación. La rabia creció dentro de ella, seguramente caería, pero no lo haría sin duchar, dejo la rabia fluir, el odio, el miedo, el pánico y el dolor.
Entonces grito, con todas sus fuerzas, no sabia si alguien la oiría, ni siquiera si a ese garznido se le podia llamar grito pero lo hizo de todas las maneras, ellos querían un ángel, pues lo seria, seria una maldita valquiria, ángel de la venganza, portadora de la destrucción. El grito la dejo sin aire y vio al humano salir del bosque con los oidos tapados.molesto, jadeando lo miro antes de perder la conciencia, un dardo había impactado contra su muslo, intento mirar a su alrededor antes de desmayarse pero no pudo distingir nada, sin embargo antes de irse caer completamente inconsciente pudo sentir unas vibraciones extrañas acercarse a toda velocidad, no sabia si humano o animal, pero alguo venia hacia ella.
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3. Vengance Nuevas Especies (En processo)
FanfictionVengance es un macho solitario y curtido por el dolor, con la perdida de su compañera siente el mundo abrirse en dos. A pesar de ser libre y tener amigos anhela mucho mas, el quiere volver a amar, volver a sentir, poder cuidar de alguien y que algui...