Cap #13

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Si Dora notaba que estaba perdiendo la atención de los niños, salía con ellos al parque y continuaban allí la lección, o hacían juegos para despejarse y seguir luego con las energías renovadas. En verano, cuando el calor era intenso y el sol no daba tregua, también se acercaban a la fuente, donde el ambiente era más fresco. Ni el niño más travieso era un problema para Dora, que era amable pero sabía mantener a raya a sus alumnos. De ahí que en Pueblo se la conociese con el cariñoso apodo de Educadora.

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Continuaron con su camino y llegaron a la Gran Biblioteca.

Era imposible no fijarse en este enorme edificio levantado con piedra gris y coronado con una cúpula de cristal que permitía que la luz entrase en el interior.

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WIGETTA Y EL BÁCULO DORADO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora