Primer encuentro

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Entre sábanas blancas, dos cuerpos se movían al mismo tiempo. Enrollados por ellas, llenos de sudor, gemían sus nombres. Eran dos chicos, no hablaban la misma lengua pero sus nombres eran pronunciados altos y claros. No hacía falta saber de idiomas para expresar aquello.

Uno de ellos era alto, de cabellos dorados, de cuerpo bien formado. Sus ojos azules se mantenían fijos en el chico debajo de él. No cerraba los ojos, pues quería ver su sonrojo y sus expresiones de puro placer. Este joven era quien controlaba todo, el experto. Había tenido cientos de relaciones, pero esa era diferente. Algo había de distinto, y aún no comprendía porque. Y no es que fuese tonto. Murmuró un poco en su idioma natal y cerró un instante los ojos, para saborear un poco más el placer enorme que le proporcionaba su chico. Los volvió a abrir para no perderse ni un instante más.

El chico bajo su cuerpo arañó un poco su espalda y se mordió el labio. Nunca había experimentado aquello, él era aún virgen. Y, por suerte, tenía a alguien experto que le hacía gritar. Él sí mantenía los ojos cerrados, era tal el goce que no podía mantenerlos abiertos. Solo contadas veces los había abierto, solo para ver intensamente en esos orbes azules. Su dominante le acarició los cabellos pelirrojos, enredando sus dedos. El pelirrojo enredó sus brazos y piernas alrededor del rubio.

A comparación del chico de ojos azules, el pelirrojo poseía un cuerpo pequeño, aunque trabajado. Su piel blanquecina era deseable y sus ojos rojizos hipnotizaban a cualquiera. Y su voz suave, acompañada por suspiros y gemidos, volvía loco a ese rubio.

Nash Gold mordió ligeramente su cuello. Akashi Seijuuro gimió por milésima vez.

¿Cómo estas dos personas habían terminado así? Era una pregunta que hasta ellos mismos se hacían, pero no era momento para responder. No ahora. Quizás después.

Deberíamos remontarnos tiempo atrás para explicar la situación. Y, como que a la narradora le gusta cortar el rollo a los lectores, pues viene el flashback que todos no estaban esperando.

Gracias por su atención.

Flahsback.

Ese pelirrojo se encontraba corriendo por la calle. Estaba claramente alterado y muy enfadado, solo quería correr y olvidarse de lo ocurrido anteriormente. Le era imposible, no podía olvidar eso. Además, le habían enseñado a no dejar las cosas de lado. Aun así se encontraba huyendo. Solo quería estar solo, nada más.

Solo correr. Perderse, no va hacia ninguna dirección en concreto. Quisiera correr hasta nunca parar, nunca cansarse. Está harto de todo, necesita aire, escapar de todo. Dejar todo a un lado por un día, o al menos unas horas. Solo pide eso. Un instante de libertad. Su mundo queda atrás, ve uno en el horizonte pero no puede ir allí. No es que no quisiera, solo no puede hacerlo.

Seijuuro se había cansado por hoy. Había llegado hasta tal punto de no poder más. Cerró los ojos y suspiró hondo, tratando de no sucumbir. Tan cerrados los tenía que no veía por donde iba y acabó chocando contra alguien.

Abrió los ojos de golpe, fregándose la nariz adolorida. Delante tenía a un chico rubio, desgraciadamente conocido. Nash Gold lo miraba muy molesto, pues le había interrumpido un momento donde sólo estaban él, la tranquilidad y un cigarrillo.

Se reconocieron al acto, solo hacía unos días que se habían conocido y les era difícil olvidarse mutuamente.

-¿Entiendes mi idioma, verdad? - dijo Nash.

Seijuuro asintió, aún aturdido por todo lo sucedido hasta ahora.

-Entonces... vigila por donde andas, idiota.

Mi querido rival.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora