A las 22:30 ya estábamos todos de nuevo en el polideportivo, decidiendo qué hacer durante el tiempo libre. Seguíamos discutiéndolo cuando María llegó para avisarnos de que los padres de Mónica habían afirmado que estaba con ellos. Nos dimos cuenta de que no era cierto, pero no quisimos decir nada para no causar problemas.
Al final decidimos jugar al voley entre nosotros. Estuvimos jugando hasta las 00:00, hora en la que Maite se nos acercó para decirnos que nos reuniéramos con los demás para comenzar los juegos nocturnos. Dejamos la bola en una esquina y corrimos junto a los demás.
El juego se trataba de encontrar los objetos que ponían en la lista que nos fueron dando las profesoras a cada grupo, que contaba con 6 alumnos.
- Los objetos estarán en el patio de afuera -explicó Carolina.
En nuestro grupo estábamos justos: Mario, Manuel, Miguel, Andrea, Celia y yo.
- ¿Listos? -gritó Caronlina, alzando su voz por encima de las de los alumnos que no dejaban de hablar-. ¡Adelante!
Corriendo nos dirigimos afuera, llegando hasta un pequeño lugar al que llamaban "El Bosque" donde había 5 árboles y un montón de hierbajos sobre la tierra húmeda. Rebuscando entre tierra y hierbajos, Manuel encontró un pintalabios y Miguel una raqueta de ping-pong Ambos objetos figuraban en la lista, así que corrimos a buscar más, animados. Atravesamos la pista de fútbol hasta un pasillo adornado con arizónicas por el lado izquierdo. Manuel tenía alergia a estas plantas, por lo que se quedó un poco apartado. Celia encontró un peine que debió perder una chica, porque no figuraba en la lista, y yo un bolígrafo. Nos lo estábamos pasando muy bien hasta que oímos que Manuel nos llamaba desde la otra punta del pasillo. Cuando llegamos hasta él, tenía la vista fija sobre un objeto que había medio enterrado entre las arizónicas. Lo cogí por la parte que no estaba enterrada, pero al momento me arrepentí de haberlo hecho. Era un cuchillo manchado con sangre reciente. Lo dejé caer al suelo con un grito de sorpresa.
- E-Ese cuchillo... -Celia estaba pálida-. Es el cuchillo que sostenía la niña que vi -afirmó-.
Nos miramos durante un momento y, como si lo hubiésemos pensado todos a las vez, corrimos hacia la puerta, pero estaba cerrada con llave. Atravesamos corriendo el pasillo hasta la siguiente puerta que encontramos, pero también estaba cerrada. Asustados, miramos alrededor, y fue entonces cuando nos dimos cuenta de que éramos los únicos en el patio. No había ningún otro grupo buscando, ni una sola persona. Sólo nos quedaba una puerta que revisar. Llegamos hasta ella, jadeando por el cansancio y los nervios. Estaba cerrada, pero a través de ella podía ver una figura borrosa. Golpeamos juntos la puerta hasta que se abrió. Estaba entornada. La empujé suavemente, abriéndola despacio, y cuando por fin pudimos ver claramente aquella figura borrosa, nos quedamos paralizados.