Capítulo I.

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Trazo la última letra, completando así, de nuevo, la palabra libertad. Había transcurrido otra semana, y esa era la prueba. Observo mi uña, de nuevo igual que ayer, ensangrentada, meto mi dedo a la boca para succionar la sangre y limpiar la uña. No queda más espacio en las paredes. Ya ni sé cuantas veces he escrito la misma palabra, lo que se, es que cada una de esos trazos en la pared equivale al tiempo que he estado aquí.

Me acurruco en el centro de la habitación, Charles se me acerca. Mi querido gato. Esta viejo y cansado, pero es lo único que tengo. Se ha escondido bajo mi cama desde que tengo 5 años, es la única razón por la que no me siento del todo sola.

El camión de la basura hace un ruido ensordecedor, y Charles, corre a la ventana. Yo me levantó y sigo sus pasos. Muevo un poco las cortinas para observar el panorama. Y entonces me doy cuenta, no es el mismo hombre de cada miércoles, es un muchacho. Qué extraño. Me encojo de hombros y suelto la cortina. La luz se filtra por el costado derecho de mi puerta. Me giro hacia Charles y el sale disparado hacia la oscuridad que hay bajo mi cama, enseguida me siento en la cama. Clarence, la enferma de turno entra con una bandeja. Gracias al cielo, comida.

- Buenos días, traigo tu cereal favorito. – dijo mientras ponía la bandeja en mis piernas. – Una banana bien madura y leche de soya.

- Gracias. – tomo la bandeja y me acomodo en la cama.

- En un rato vendré por la bandeja. – asintió y salió de la habitación, cerrando por supuesto, con candado.

Tomo la banana y la pelo despacio, parto un poco y lo arrojo al suelo, Charles lo arrastra con su pata. Es su fruta favorita, al igual que la mía. Somos el uno para el otro, pero tristemente, es un gato. A veces desearía que pudiera hablar, pues hace tiempo que no converso con alguien y me estoy volviendo loca, y es lo menos que necesito si quiero salir de aquí.

Solía pensar que estaría aquí nada más unos meses, recuerdo que los enfermeros me decían, "tus padres llamaron hoy, han dicho que vendrán a recogerte pronto." Por supuesto que no era verdad, pero gracias a mi ingenuidad, me lo creí. De igual manera era muy pequeña para entenderlo. Pero ahora, no soy la misma niña pequeña, ingenua, débil e ignorante que fui años atrás, ahora veo las cosas con claridad y por ello he establecido una sola meta. Salir de aquí. No me importa cómo, pero lo haré.

Con la cuchara recogí los últimos corn flakes que quedaba en el plato. No es que me encanten, pero es el único cereal que mis papilas gustativas han tenido el placer de conocer. Me levante y deje la bandeja junto a la puerta. Me detuve y miré fijo el cerrojo. Podría abrirla pero le han puesto seguro desde afuera para prevenir exactamente que pueda abrirla. No tengo permitido salir de la habitación, ¿por qué? Al parecer provocó a los pacientes, oh, y tiendo a beber de sus muñecas. No soy un vampiro, pero es una sensación agradable, el ardor que siento cuando la sangre recorre mi garganta me recuerda que estoy viva, y la verdad a mis compañeros no les molesta, de hecho a muchos les causa gracia.

A veces me imagino lo que hubiera sido mi vida de no haber sido abandonada aquí. Y en mi imaginación vivo una vida placentera, tengo amigos en la escuela, tengo a Charles, tengo a mis padres, e incluso tengo un pequeño hermano. Tal vez si lo tenga y el este viviendo la vida que yo debería vivir.

Golpeo la pared, llena de ira y rompo en llanto. Siento un enorme vacío en el pecho y un nudo en la garganta. No es justo. A mí nadie me dio una oportunidad, nadie pensó en mí, a nadie le importó. Eso era lo único que necesitaba, alguien a quien en verdad le importará. Debo vivir, necesito vivir, quiero vivir. No pienso desperdiciar mi vida aquí e irme si haber probado otros cereales, sin haber visto a mi padre ser feliz, sin haber aprendido a nadar, sin saber leer, sin... sin sonreír.

Basta de llorar, necesito ser fuerte. No puedo solo dejarme caer y esperar a que alguien venga por mí. No pasará. Necesito huir. Necesito un plan. Estoy lista.


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