Capítulo 1: Él.

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Él:
Ahí estaba ella, con la minifalda más corta del planeta tierra lo que hacía que sus piernas resalten más de lo normal. Una remera sin mangas tan corta como la minifalda, que apenas le tapaba el pecho, una campera de cuero y botas de prostituta. Esa era mi chica, o al menos eso quería yo. La había estado mirando desde que entro a la fiesta, tiene el pelo negro hasta la cintura y lleno de rulos, muy salvaje. Intercambio de miradas, dios mío, es hermosa, sexy. Sin apartarme la vista toma la botella de vodka y toma tanto que me ardía la garganta de solo mirarla. Se separa de la mesa, mira a su alrededor y de nuevo toma del pico de la botella, empezaba a sentirme mal por ella, pero era mejor para mí, cuanto más ebria, más fácil sería llevarla a la cama. La veo tambalearse, se notaban a simple vista los efectos del vodka. Yo seguía sentado en el sillón, esperando a que deje de tomar y a que mi cigarrillo se termine para ir con ella, pero alguien me gana, un chico se le acerca y la sienta en la mesa y sin mediar palabra empieza a besarla, la chica enreda sus manos y piernas en él, que la toma por las piernas y se la lleva a un cuarto, a su auto, a quien sabe dónde. Me dio mucha rabia el hecho de que ese cualquiera se la lleve, pero me quede sentado con mi cigarrillo apagado en la mano. Debe haber pasado una hora porque yo ya había tomado dos vasos de cerveza, cuando la chica se iba con otro chico y ya sin el top a una habitación; pensé en la suerte que había tenido esa noche, no gane la chica, pero tampoco tendré sífilis, algo es algo…

Estaba ya pensando en que debía irme a casa cuando la vi. Pelo corto, por arriba de los hombros, interesante. Un short no lo bastante corto como para verle algo, pero si lo demasiado apretado como para imaginarlo, una musculosa con la que se le veía el ombligo y con espalda descubierta, una hermosa espalda que me dieron ganas de besar en cuanto la vi. Tenía una campera de cuero en una mano y un vaso con un líquido rojo amarronado en la mano. Jagger, perfecto. Me sorprendí al verla con zapatillas converse en vez de zapatos altos como a todas, eso hizo que me gustara más. Me empecé a acercar a ella, estaba sola bailando y tomando, lo que me pareció raro, ¿sola? Porque habría una chica de estar sola, había una única respuesta a eso: novio. Empecé a cambiar mi rumbo cuando intercambiamos miradas, ojos verdes que me analizaron de arriba abajo deteniéndose en lugares clave, que hicieron que me subiera una rara sensación por la espalda y solo deseaba tenerla cerca.

Él & EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora