(4 de septiembre de 3005)
Frío... mucho frío. Aquel día, el tiempo estaba siendo peor de lo normal y una tormenta de nieve azotaba al refugio del clan noruego de los Haugen. Mientras la gente se resguardaba del terrible temporal, un pequeño y revoltoso miembro de la familia escandinava se escapó de la guarida por la ventana de la armería para que su hermano mayor, al que últimamente no veía muy a menudo, le prestase atención.
Corriendo lo más rápido que sus cortas piernas le permitían, Daven se dirigió al almacén que se encontraba a unos doscientos metros. A duras penas, consiguió abrir el portón de metal y lo dejó entreabierto; riéndose por lo divertido que sería que su hermano le encontrase, se escondió tras la enorme depuradora de agua que ocupaba casi la mitad de la estancia.
Se sentó en el frígido suelo de hormigón y se asomó para tener una buena visión de la entrada.
—Ya verás la cara que pone Kell cuando me encuentre —dijo el travieso crío mientras se frotaba sus manos para entrar en calor: se había apresurado tanto en escabullirse, que no le dio tiempo de ponerse los guantes.
Pasaron más de quince minutos y el frío del almacén empezaba a hacer mella en el pequeño de los Haugen; sus dientes tiritaban y se abrazaba con fuerza con la esperanza de que su hermano diese con su escondrijo. Justo cuando Daven se iba a dar por vencido y a volver a su casa, escuchó chirriar la puerta del almacén y se quedó tieso para no hacer ningún ruido.
—"Por fin llegó" —pensó con una gran sonrisa al escuchar unos pasos que se aproximaban a su posición, a la espera del momento perfecto para asustar a su hermano.
—¡Kelly! —gritó Daven divertido a la vez que salió de detrás de la máquina depuradora. Pero su sonrisa se desvaneció en el momento en que vio a quién tenía delante. O más bien qué.
Su corazón dejó de latir por unos instantes al contemplar por primera vez a la criatura de la que tanto había oído en el refugio: un snøulv estaba justo delante de Daven, analizándole con unos ojos inquietantes y hambrientos.
Debido al estado de shock en el que se encontraba el chiquillo, se quedó inmóvil como una estatua: lo único que podía hacer era observar temeroso el pelaje más blanco que la nieve del gigantesco lobo y sus afilados colmillos, los cuales sobresalían de sus fauces.
A pesar de que la bestia se acercaba cada vez más a él, Daven no intentó huir ni pedir auxilio ya que el miedo le impedía reaccionar. Podía notar la cálida respiración de la criatura golpeando su cara y cerró los ojos con fuerza para evitar la visión del grotesco monstruo, esperando a que el lobo se decidiese a atacarle.
En ese momento, un fuerte estruendo rompió el silencio y Daven pegó un brinco del susto. Pudo ver a Kell en la puerta del almacén sosteniendo un rifle con gran precisión; el pequeño posó la vista a sus pies, encontrándose con el cuerpo del snøulv desplomado en el suelo. El hermano mayor comenzó a caminar hacia Daven con una expresión muy seria, y este se preparó para una buena regañina.
Una vez delante del insensato crío, Kell arrojó el arma al suelo y se arrodilló para abrazarle fuertemente.
—Daven —exclamó el preocupado cazador mientras estrechaba al niño de seis años—. No vuelvas a asustarme así nunca más.
Al darse cuenta de lo que habría podido pasar por su imprudencia, Daven se sintió mal consigo mismo y empezó a llorar por la culpabilidad.
—Yo... —empezó a explicar entre gimoteos—. Yo solo quería que jugases conmigo.
Kell lo observó con comprensión y le tocó la mejilla, suspirando por el motivo que llevó a su hermano a cometer esa locura. Todavía arrodillado, giró al chiquillo con delicadeza para que no siguiese viendo el cadáver de la criatura.
—Esta tarde jugaremos en el refugio —afirmó con convicción dedicándole una sonrisa tranquilizadora. Daven asintió levemente mientras los sollozos se iban apagando.
Kell le acarició la cabeza y respiró aliviado, pero frunció el ceño al observar la melena de Daven.
—Renacuajo... —dijo mientras agarraba con la punta de los dedos uno de sus largos mechones grisáceos—. ¿Cuándo vas a dejar que te corten el pelo? —preguntó levantando una ceja. El peculiar color de cabello lo heredaron ambos de su madre, pero Daven tenía los ojos verdes de su padre: el jefe del clan.
—Nunca —contestó rápidamente. Su madre llevaba insistiendo en cortarle el pelo durante mucho tiempo, pero seguiría negándose hasta la saciedad. Ante la rotunda respuesta, Kell sonrió y se le ocurrió una idea.
—¿Acaso quieres parecer una niña? —inquirió con astucia el mayor. Daven parecía tener un debate interno, pero finalmente encogió los hombros, dando a entender que le daba igual lo que pensase la gente.
—Entonces —empezó a decir el cazador a la vez que se sacaba una pulsera de cuentas negras de la muñeca derecha—. Necesitarás algo para recogértelo —terminó mientras estiraba los brazos alrededor del pequeño cuello y le hacía una coleta—. Listo —dijo con satisfacción a la vez que se levantó y le tendió una mano a Daven.
El niño se aferró al mayor y se encaminaron juntos hacia el refugio; el regalo que le había hecho le hizo tremendamente feliz, tanto que fue capaz de soportar la reprimenda de sus padres.
Pero lo que no sabía es que esa pulsera sería lo último que recibiría de su hermano.
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SHENNONG [PAUSADA]
FanfictionEn el siglo XXI, una nueva era de glaciación condenó a toda la humanidad a vivir a merced del frío y la hambruna más devastadores. La sociedad comenzó a dividirse en clanes y a construir refugios para proteger únicamente a los suyos de todos los pel...