Dia 3 (El brazal dorado)

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Los soles brillaban más que nunca, el lugar a donde me había llevado Sixta era un pequeño mono ambiente con una cama matrimonial con sabanas rojas, un par de sillas y mesa de roble, un enorme hueco en la pared probablemente echo recientemente por algún rayo de los droides de ellos.

Sixta se encontraba sentada junto a la mesa afilando sus cuchillos y dagas, ella levaba también una especie de espada estilo medieval con una extraña hoja negra sujetada a su espalda. Levantó la vista y su ojo se dilato al verme de pie.

-¿Rose? Ven tengo algo para darte-la seguí hasta el mueble que se encontraba junto a la cama, abrió el tercer cajón lentamente y hurgó entre sus cosas, tomando finalmente un brazal dorado.-He guardado este brazal durante mucho tiempo, es un legado de mi familia, perdura desde la época de los persas. Perteneció al rey Ciro II. Él tenía un amigo, se trataba de un escorpión dorado, la relación de estos dos era sagrada nadie sabía de su existencia. Dice la leyenda que cuando Ciro murió el escorpión murió junto a él, pero el escorpión no abandonó su forma física sino que se transformó en un escorpión de oro, una escultura. Luego, los griegos encontraron esa escultura cuando saquearon Persia, posteriormente ellos lo fundieron en un brazal. Y yo quisiera dártelo a ti, aun no encuentro su función pero seguro tu la descubrirás.

-Agradezco este regalo que me haces Sixta.

-No hay de qué.



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