Capítulo 8

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Gonzalo y Leo son conocidos como los "bullis" del Cervantes, no sólo con Alejandro, que por cierto era gay sino con cualquier víctima que encontraban al paso. A éste grupo se une Diego Barón, un muchacho muy musculoso, apuesto y sobre todo como dice su apellido bien varón.

Retomando la situación de Mauricio y Miranda después de su clase de literatura, Mauricio le dice que la ama que sólo quiere estar con ella; Óliver estaba detrás de la puerta con su móvil grabando aquella conversación.

Mauricio y Miranda se encuentran con Óliver para conversar sobre lo acontecido en días pasados pero sólo resultaron amenazas por parte de Óliver, quien incriminaba a Miranda por acostarse con un menor de edad.

Óliver admite haber violado a la profesora nueva, que por cierto no estaba nada mal.

Hacen una especie de trato, en algo Óliver tenía razón, ni a él lo podían acusar de violador ni a ella de abusadora de menores por falta de pruebas, pero quien acusó a Óliver de vendedor de drogas fue el fiscal Aragón, quien encontró las suficientes pruebas  como para culpar a Óliver Torres; de inmediato ingresa al Cervantes y trata de arrestar a Óliver; el muchacho saca una navaja y coge de rehén a la profesora Miranda Cruz; nuevamente aparece Mauricio Blanco, su salvador y logra botar al piso a Óliver y a su navaja, mandándolo por fin a la cárcel.

Relaciones PeligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora