...porque siempre habrá alguien allá donde subas.

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De gente como Heráclito está el mundo lleno. No es que sean igual que el pero siguen la misma filosofía que el: "si puedes usar a los demás en tu propio beneficio, hazlo, adelante"

Pero a Heráclito no le molesta. El sigue en su empeño de divertirse a costa de ese pobre desgraciado que se ha convertido sin quererlo en la víctima del día. Una pena que le haya tocado a el, una vez que Heráclito escoge a su víctima hay pocas posibilidades de salvarse.

Pero, incluso las personas más oscuras y las más odiosas tienen un corazón, un pequeño corazón e incluso sentimientos. Aunque, ellos suelen interponer barreras entre ellos y esos sentimientos que desean germinar. La tristeza no es algo que alguien como Heráclito pueda permitirse.

La noche era perfecta; el cielo estaba despejado y la luna en el punto más alto del cielo iluminaba la ciudad, iluminaba a las personas, iluminaba las vidas de estas e iluminaba el final de la vida de Ernesto. Ernesto oía a su ascensión a la azotea como las demás familias reían o hablaban o incluso chillaban, el tenía envidia pues nunca tuvo una familia normal con la que pasar tan buenos momentos.

Heráclito mientras tanto pensaba como podría reírse a su costa; le sacaría toda la información necesaria a Ernesto para ayudarlo; y luego... ya pensaría en algo.

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Tras subir el último escalón, Ernesto sintió un fuerte impulso de dar media vuelta y seguir con la que hasta ahora era su monótona vida, pero no cedió al impulso y decidió seguir adelante con su fatal plan. Con paso lento y semblante triste Ernesto firmaba un pacto con el infortunio y mientas, Heráclito le firmaba con la locura. Heráclito estaba oculto; esperaba a que Ernesto se pusiera contra la repisa para iniciar su plan, para darle más dramatismo al momento, el se lamentaba de que no hubiese una cámara cerca para no filmar el momento.

Ernesto se arrimó al borde de la azotea; se sentó y empezó a pensar en las cosas que echaría de menos una vez muerto; empezó a pensar si existiría algún tipo de entidad divina después de la vida que le acogiese en su seno; empezó a plantearse si estaría bien suicidarse. Pero el prefería no comerse la cabeza en un momento como ese. Ernesto, sentado en el borde, observó la calle esperando el momento en el que no pasase nadie por debajo.

La Noche - Solo el lo haríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora