...y que te recuerde que la caída será más dura.

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Ernesto se puso a pensar en sus problemas, en su vida, en su futuro... y de repente para el se abrió una puerta nueva que para el nunca había estado abierta, la puerta de la esperanza. El pensaba que no había solución a sus problemas, y solo han bastado 10 minutos de charla con un desconocido para darse cuenta de que estaba completamente equivocado y que suicidarse no merecía la pena.

- Gracias Heráclito; no sé de dónde saliste ni sé quién eres, pero si algún día necesitas algo... estoy dispuesto a ayudarte a lo que sea.

- No te preocupes por mí, soy un filántropo – Rió Heráclito. Y justo en este momento, Heráclito se dio cuenta de que su plan debía finalizar ahora, darle el toque final a su obra maestra-. A propósito... mira a tu alrededor y dime, ¿Qué es lo que ves?

- Veo pisos, coches, una noche muy bonita, la luna bañándonos con su luz, las montañas que rodean esta ciudad...

- Vale, ahora mira al fondo, ¿Qué ves? –Interrumpió Heráclito-.

- Veo mucho tráfico, farolas, gente paseando... es realmente bella esta ciudad por la noche, tiene su encanto.

- Me alegro que te guste lo que será lo último que veas –Rió Heráclito.

Y con una sonrisa, levantó a Ernesto por encima de la repisa y le empujó con una fuerza suficiente como para que perdiese el equilibrio y se precipitase de espaldas al vacío.

Silencio.

Se escuchó un golpe.

Silencio.

Se escuchó un grito . 

Heráclito se sentía eufórico, su plan había tenido el éxito que él esperaba que tuviese. El cuerpo de Ernesto se precipitó desde una altura de diez pisos al vacío, a la calle. Puede que aterrizase sobre algún peatón o sobre algún coche, eso solo eran daños colaterales y poco le importaban a Heráclito.

- Alguien que se ha planteado quitarse algo tan hermoso como su propia vida no merece ser el dueño de ella. Ojalá te pudras, Ernesto.- Escupió Heráclito con todo el odio que sus palabras podían cargar.

Y dicho esto, Heráclito se fue corriendo, tal vez buscando una nueva víctima, tal vez buscando un lugar donde descansar un poco; o tal vez huyendo de la policía, que llegaría ahí en cualquier momento.

La Noche - Solo el lo haríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora