Silencio. Sólo sentía silencio. Un silencio funesto.
Ni un rastro de luz. Avanzaba a ciegas.
Un fugaz destello iluminó un sendero, y creyó que este estaba rodeado de una exuberante catedral de las copas verdes de los árboles... ¿O quizás eran ramas sin vida y caídas de árboles chamuscados? No lo sabía con certeza, pero se vio forzado a avanzar, seguir por el ahora desaparecido sendero, envuelto en el silencio, en la más profunda oscuridad.
A cada paso que daba, sentía cómo reemplazaban los ruidos del bosque el silencio. Por los cantos de decenas de aquellos seres emplumados que él había visto en los libros de Historia Natural.... ¿Cómo se llamaban? ¿Aves? Sí, eran eso, aves. Los cantos de éstas eran cada vez más fuerte, acompañados por el crujir de las ramas, del correteo de pequeños animales...
Caminó un buen tramo y llegó a un extenso claro, perfectamente circular, iluminado por la Luna. Era extenso, y a la luz de la Luna vio flores que de día serían hermosas. La hierba le llegaba hasta la rodilla. Avanzó hasta el centro, y al paso salían revoloteando pequeños insectos luminosos de entre los hierbajos. La visión le encantó. Pestañeó... Y al volver abrir los ojos, desaparecieron la Luna, los insectos, el claro. Se encontró con la oscuridad.
Pestañeó otra vez.
Ahora el claro era iluminado por una argéntea luz intensa proveniente de la Luna. No era como la anterior. Era como si la luz solar atravesase cientos y cientos de velos, pero sin perder su calor. Aún así, la visión del claro era desoladora. Ya no había yerbajos. Ya no había insectos luminosos.
Pestañeó.
A veinte metros de él, como si hubiese surgido de la tierra misma, apareció ante sus ojos la silueta de un gran animal, de algo más de diez metros. << Un Bestoj >> - Se dijo él. Había estudiado sobre ellos, pero éste no le parecía familiar. Un golpe, zarpazo o coletazo resultaba fatal para cualquier persona sin alguna clase de Armajo, la armadura de los Kaitiaki, los guardianes.
Quería huir, pero los pies no le respondían. <<El miedo. Es por el miedo. Tranquilízate>>
La bestia giró lentamente. El destello de sus ojos azules le heló la sangre. Comenzó a caminar hacia él. Temblaba la tierra a su paso.
<< Sólo un par de pasos más y se acabó>> - Se dijo. Ya pronto sintió el aliento de la criatura, un aliento de muerte. El olor era pestilente.
Ya casi cinco metros separaban al chico de la criatura. Observó su figura. Parecía un escamoso cruce entre un gorila y un lobo, rematado con una larga melena. Unos largos cuernos asomaban por sobre sus ojos. Las extremidades delanteras estaban armadas de cinco mortíferas garras, y eran protegidas por numerosas espinas, ubicadas especialmente por sus codos. Las extremidades traseras envidiaban a las delanteras en armadura, pero eran igualmente mortales. Cada paso que daba sus escamas y huesos crujían por el peso y también por la fuerza de las extremidades. La larga cola peluda terminaba en un aguijón conformado por varias espinas. Pero eran los colmillos, y no lo demás, lo que aterraba al chico.
<< Me perforará con los colmillos. Será lo último que veré >> Aún no le respondían los pies, y éstos le empezaron a temblar como si fueran hechos de gelatina. Sólo escuchaba los latidos de su corazón. Estaba cagado del miedo. Cagadísimo.
Para él ya no había claro, ni bosque, sólo la criatura. Creyó que la bestia le daría una limpia bocanada, decapitándolo, pero sólo se había detenido a unos centímetros de su cara.
-Ya no queda mucho para que nos conozcamos de verdad, Sahúl. – Habló el Bestoj. - ¿Por quién lucharás? ¿Por tí? ¿Por los que amas? ¿Por los demás? Todo el futuro, presente y pasado se regirán por tus decisiones. Ya no estamos dispuestos a repetir el proceso otra vez.
Silencio. Aquellas palabras retumbaban en su mente, como si la criatura hablase con su mente, y no con su aliento.
-Nunca te rindas. Porque si lo haces....- Alzó una de sus patas delanteras y la clavó sus garras en el suelo, retumbando todo el claro. -....El que esté allí no significará que te ayudaré.
"...El que esté allí no significará que te ayudaré."
En el pecho comenzó a surgir un intenso ardor. Con fuerza, golpeó su pectoral izquierdo con el puño. El corazón le dolía. A la distancia vio cómo el bosque se incendiaba, a la vez que el cielo era iluminado por los primeros rayos del Sol.
Pestañeó.
El claro fue reemplazado por una habitación desordenada, y el Bestoj fue sustituido por Felis, el pequeño siamés de su familia, el único acompañante que le quedaba ahora, que estaba arañándole el pecho. Era sólo un mal sueño. Amanecía en el cielo artificial de la nave. Se levantó y fue directamente a darse una ducha. Salió a medio vestir, y se quedó observando por un rato su habitación, como si se tratase de la primera vez que la ve.
La luz penetraba las cortinas amarillas, tiñendo la habitación. Botellas de cristal desperdigadas por todo el suelo, acompañando a algunas vestimentas y a los envases de comida vacías, bueno, en su gran mayoría. Una leonera, en palabras simples. Terminó de vestirse, alimentó al gato, aseó la habitación, y se preparó para salir de su casa. Era un gran día: Entraría al fin al Dom, e ingresaría en los Kaitiaki, como en sus sueños.
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Sólo otra historia sobre el futuro - [Título sujeto a cambios][Incompleta]
Fiksi Ilmiah"Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales. " Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio. "El gato no nos acaricia, se acaricia contra nosotros." Conde de Rivarol (1753-1801) Escritor francés. "Cr...