Lunes 21 de diciembre de 1998.
Querida Janeth:
Eras hermosa, y sé que donde quiera que estés aun lo eres.
Hubiera preferido ser yo quien se hubiera ido porque tenías unas ideas tan fenomenales. Tu forma de pensar era algo de otro mundo y creo que no conoceré a alguien con esa gran mente como la que tenías.
Apenas ha pasado una semana y siento que ya no puedo, te extraño demasiado y he caído en depresión. Mis padres me han llevado con una psicóloga para que me ayude pero siento que estoy perdido y que ya no puedo. Ella me dijo que si escribía estas cartas me sentiría mejor y dentro de un tiempo me recuperaría. Espero que así sea si no me temo que pronto terminemos juntos de nuevo.
No debí alzarte la voz, tampoco tomarte de esa manera el brazo y mucho menos dejarte sola aquella noche después de nuestra discusión, no debí haber hecho muchas cosas pero ya no puedo cambiarlas. Ojala tuviera una máquina del tiempo para traerte de nuevo y ser felices, justo como lo éramos antes de aquella discusión.
Deseo que pudieras regresar e irme yo en tu lugar porque soy yo quien no merece vivir, quien debió morir aquella noche.
Soy una mala persona pero tú siempre veías lo mejor de mí y también me hacías ser alguien mejor pero, ahora que no estas ¿Qué pasara conmigo?
Atte. La persona que más te amo nunca.