Capítulo 2: Fit for rivals.

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El despertador suena temprano, avisándome que tengo un largo día de instituto...

No tengo mucho sueño, pero despierto con mi bata de dormir, un agudo dolor de cabeza, tierra por el cuerpo, y unos terribles moretones en mis piernas que hacía que se vieran aterradoras.

Todo daba vueltas y sentía como se desvanecían las cosas a mi alrededor, sentía la boca seca y amarga al igual que mi vida a partir de ahora, me lo habían robado todo, lo más puro y hermoso que tenía, sentía un gran vacío dentro de mí, y la verdad no creo que algún día lograra llenarse de una forma completa, siempre estará ese gran hueco en mí.

Sé y siento que nada está bien conmigo, lloro, siento como mi pecho se encoje, me hago bolita en el suelo tratando de calmar las lágrimas, pero se me es imposible, el dolor de cabeza es realmente insoportable, decido lavar mi cara y hacer un ejercicio de respiración. A cabo de unos minutos, ya estoy mejor.

Escucho pasos de tacones por el corredor y siento como abren la puerta de mi habitación.

-¿No te enseñaron a tocar?-Yo misma me sorprendo al escuchar mis palabras, no tuve control.

Y no lo tendré.

-¿A quién crees que le hablas?-Su cara de indignación se hace presente enseguida y se lleva su mano al pecho, dando a entender lo dolida que estaba, es ridícula.

-A Rachele, osea tú, ¿o ves a alguien más aquí?-Rueda los ojos ante mis palabras y le dedico una sonrisa de lado.

-¿Haber, que estás esperando muñequita?, Deja de hacerte la estúpida, arréglate de una vez.

-Bien.-Me limito a contestar.

Da media vuelta dispuesta a salir de mi habitación pero se detiene a medio camino.

-Ah, lo de anoche fue para que aprendieras a madurar, no estarías virgen toda la vida, antes, agradece.-Siento como balde de agua fría las palabras de mamá. Esboza una sonrisa propia de una gata en celo.-No te llevaré al instituto, irás sola y a pie.

-Madre, el autobús no pasa hoy.-Trato de olvidar sus palabras y recuerdos de la noche anterior llegan a mí.

-Pues vas caminando, ¿Algún maldito problema?

-Claro que no, mamá.

¿Aún seguía diciéndole "mamá"? Dije que mi vida cambió, y fue por su culpa, ella está feliz de que me hicieran esto.

Sale de mi habitación sin dejar de sonreír, hoy iba más puta que nunca, con su top rosa chicle y su corta falda que dejaba al descubierto su operado trasero, al igual que sus boobies que se salían del top, acompañado de una coleta alta, y un maquillaje que daba mucho que decir, era de esas personas que sin razón alguna, le gustaba llamar la atención, cual gata.

Veo mi teléfono y caigo en cuenta de que es tardísimo y no había siquiera desayunado, entro al baño, lavo mis dientes y tomo una rápida ducha caliente.

Veo como la rejilla de la tina se lleva la suciedad de mi alma.

Salgo y me dispongo a arreglarme, seco mi cabello, me visto y me maquillo un poco como habitualmente suelo hacerlo, algo natural.

Me paro frente al espejo grande que hay en mi habitación, me observo, algunos moretones sobresalen de mi camisa, por mi cuello, veo más allá de mí, de la que soy ahora, una chica común, a punto de cumplir quince, sin nada de especial, solo un humano que va por el mundo sin rumbo fijo, sin metas y mucho menos sueños.

Empiezo a sentir cierta repugnancia con mi apariencia, no sé la razón, me gusta mi cuerpo, mis curvas, mis largos dedos blancos, mi abdomen plano un poco marcado y mis tonificadas piernas... Casi todo en mí es perfecto menos mi estatura, soy muy pequeña para mi agrado.

Rumbo al instituto, pienso en como de un día a otro las cosas habían cambiado drásticamente, no se me hace extraño que esto haya ocurrido puesto que siempre notaba las miradas insinuantes de mi papá, pero no creí que llegara hasta allá.

Llevo la mirada fija en el suelo; perdida totalmente en mis pensamientos, mientras un fuerte choque en mi hombro provoca la caída de mi mochila.

Es un chico bastante apuesto a decir verdad, su cabello es oscuro y lo lleva despeinado, ojos claros y hermosas cejas, cejas pobladas.

-Hey, ten más cuidado, ¿quieres?-Mi voz sonó más dulce de lo normal, que patética.

-Oh, no te vi, lo siento.-Parecía encantado, sus ojos desprendían un brillo sensacional.

De inmediato quita su mirada de mí y recoge mi mochila que yacía en el suelo.

-No hay problema.-Intenté que mis palabras sonaran frías, pero sus resplandecientes ojos me impiden serlo, además, no parece un mal tipo.

-¿Estudias cerca?

-Sí, ¿y tú?

-Igual, ¿seguimos?

-Claro.-Su sonrisa... ¡Oh Dios! Es como ver un unicornio con un gran pote de nutella, que perfección.

Hablamos hasta llegar al instituto, cosas sin importancia, tan poco importante que ni supimos nuestros nombres.

Me dirigí a mi casillero al despedirnos. Tenía clase de historia con la maestra Vivian, me dirijo hasta mi lugar, situado fondo pegado a la pared, con vista al patio de niños pequeños

Las horas son eternas, paso a creer que son trescientos minutos por hora, en vez de sesenta, y de no ser por Emma que tira una bola de papel sobre mi pecho, hubiese muerto de aburrimiento.

-¿En qué piensas, Hulk?

-En nada, solo que la clase está realmente aburrida.

-¿Capamos?

-Salgamos, Mula.

Salí con Emma a tomar el almuerzo, Emma era esa amiga que siempre está ahí para ti, constantemente nos hablamos por redes sociales, y nos decimos "te odio", nuestra extraña forma de darnos amor, y nuestros originales y especiales apodos: "Hulk" y "Mula"

-¿Dónde estabas ayer tarada?, te escribí, te llamé, te busqué por cielo, tierra, mar, inframundo, hable con mi papi lucifer y hasta pensé que estabas en la pizzería con Bepci, y aun así no te localicé- Hablaba tan rápido que apenas le entendía.

-Lo siento, yo...-Me quedé callada, recordando lo sucedido.

-¿Tú qué? Estabas con tu abuela, ¿verdad?

-No, estaba con rival.-Mis palabras cargadas de odio se notaban a simple vista.

-Tu rival... Eso no suena nada bien, ¿me dirás quién es?

-¿Qué dije?-No quería que se enterara, menos en el instituto.

-Eres pendeja... Que me des cuenta y razón de donde andabas ayer.

-Oh...-Apreciaba mucho que sea algo tonta y olvide lo que dije.-Estuve en el parque, dibujando... Ya tu sabes que me gusta.-En realidad, yo era una persona que amaba dibujar todo lo que pasaba por su cabeza, en ocasiones me asustaba con lo que lograba diseñar.

-Vale... a la próxima contesta el maldito teléfono, enserio, tienes IPhone, ¿ok? Deberías de ser súper adicta a él.

Ella era fanática de las selfies y demás, amaba la fotografía, y por supuesto amaba mi teléfono.

-Está bien, está bien... ¿Quieres callarte y comer de una vez?

-Uy, ¿pero qué?- Abre sus ojos como platos mientras yo la fulmino con la mirada.-Okis, mr. Mal genio.

Nos disponemos a tomar un apetecible desayuno cuando un terrible escalofrío recorre mi columna vertebral.

¿Qué hacía papá en el instituto?, y... ¿Qué hace con el chico de ojos claros?

I know that you go.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora