Anna cayó rendida en su cama al llegar a su departamento. Mientras dormía, su celular comenzó a vibrar. Sin embargo, no lo llegó a escuchar. Vio las notificaciones hasta que se despertó al día siguiente y cuando se despejó totalmente, giró en su cama hacia el otro lado, vio un bulto negro y se sobresaltó.
—Pero... ¿qué rayos? ¡¿Lucile?! —preguntó Anna, asustada.
—Hola a ti también, fea.
—¿Q-Qué haces aquí? Tú... ¿c-cómo me encontraste? —inquirió y parpadeó—. No, no... Debo estar soñando. —Se dio pequeños pellizcos en ambas mejillas.
Lucile soltó varias risas y quedó viendo cómo actuaba su hermana menor.
—No estás soñando, estoy aquí.
—¿Qué? ¿Cómo? ¡¿Cuándo?!
—A ver, ¿por dónde empiezo? —Colocó un dedo en sus labios—. Pues... ¿qué te digo? Eres alguien predecible.
—No te vayas a morir por decirme la verdad.
—Vine aquí de luna de miel.
—Espera... ¡¿qué?! —La miró por un segundo y luego estalló en carcajadas—. ¡¿En serio viniste aquí a pasar tu luna de miel?! Por Dios, pudiste ir a otro lugar súper hermoso y caro, en vez de venir para acá.
—Bueno, si venía para acá podía aprovechar para visitarte.
—Aun así, ¿cómo supiste dónde estaba?
—¿Cómo te vuelvo a decir? Eres muy predecible, hermanita.
Anna le dio un golpe.
—Está bien, está bien. Encontré tu diario cuando fui a visitar a mamá y a papá, aunque ahora que lo pienso, es algo infantil eso, pero bueno, era suponerse de ti.
—Lucile, hija de tu madre...
—Shh, déjame continuar. Llegué a la parte donde decías el lugar "de tus sueños", entonces convencí a Emil que viniéramos aquí. Un día estábamos paseando cuando te vi entrar a una cafetería y jamás te vimos volver a salir. Así que al día siguiente que fuimos para verte. Resultó que no habías llegado. Pregunté por ti y solo me dijeron que vivías cerca... de saber dónde. Ya sabes que no soy buena para las direcciones. Al final mi Emil me ayudó. Estuve todo ese tiempo planeando cómo sería nuestro encuentro y qué te diría pensando en todas las posibilidades de cómo podías reaccionar. Y aquí estoy.
Anna se mantuvo callada. En su interior le agradeció a Dios por haber dejado de escribir en ese diario a cierta edad, ya que así Lucile jamás se enteraría de todo lo que Anna había pasado y sentido durante esos últimos años.
—Anna, lo siento demasiado. ¿Todavía es tarde para que me perdones? —musitó Lucile después de ver que su hermana menor no le respondía.
Anna escrutó a su hermana mayor y se quedó pensativa. ¿Será que el mundo sí estaba de su lado? Deseó hace tiempo regresar a su hogar y pedir perdón, pero su orgullo le dolía más, y ahora que veía a Lucile arrepentida, se daba cuenta que era ella la que necesitaba olvidar todo eso.
—Y-Yo... necesito pensarlo bien.
—Anna, por favor... ¡ya han pasado muchos años!
La castaña la miró con el entrecejo hundido.
—Volvamos a casa solo por unos días. Quisiera saber cómo están.
— ¿Qué? ¿Lo dices en serio? —preguntó Lucile toda emocionada.
Anna asintió, temerosa.
—¡Ay! Regresamos hoy. Le llamaré a Emil que venga por nosotras y te ayudaré a hacer las maletas.
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En tus labios [ET #1]
RomanceAnna Lux tiene una vida muy ordinaria. Sale todos los días en la mañana para ir a trabajar y tiene problemas tanto familiares como personales. En su tiempo libre lee libros en su web favorita, escucha música que nadie más jura haber escuchado y bail...