Malditos Hospitales

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Aquella noche sombras inundaban mi habitación,
Los faros de la calle hacían presentación,
A curiosas criaturas de mi imaginación;
Sin embargo no podía evitar la intimidación.

Odio y Odiaré los hospitales,
Aunque sea donde se curan enfermedades,
Algunos hasta pierden los cabales,
Después de dos largas tardes.

Ese no era mi caso,
Ni mucho menos,
Me encanta el ocaso,
Y los días llenos.

Pero odiaba las noches allí,
Hacía extrañas cosas en mí,
Me refiero a los sonidos que oí,
Que causaba el silencio ahí.

Una noche que estuve en vela,
Pues voces llenaban los pasillos,
Y los pacientes bajo su tela,
Creo creían pequeños grillos.

Me harté del tal palabrería,
Salí a quejarme del ruido,
Pero nadie había en la vía,
Donde el sonido había oído.

Yo no estaba loco, lo escuché,
Empezó a fallar un foco, lo ignoré,
Las cortinas verde moco, retiré,
A de ser el Coco, me burlé y me acosté.

Detrás de la puerta,
Se marcaban unos pasos,
Como no estaba abierta,
Me mantenía alerta.

Los pasos comenzaron a acelerar,
Como caminando en círculos sin parar,
De pronto comenzaron a trotar,
Detuvieron y se alejaron haciendose notar.

Gritos y alaridos comencé a escuchar,
Por un momento quise ignorar,
Pues quizá un paciente acababa,
De su estado agravar.

Pero la curiosidad me pudo ganar,
Así que salí a mirar y caminar,
Y para mi sorpresa,
El lugar no hizo más que callar.

Comencé a rápido notar,
Que estaba desierto el lugar,
Hasta que una niña me tomó de la mano y me pidió jugar,
No podía responderle pues soy mudo pero igual pude aceptar.
Y quizá a algún doctor podría encontrar.

A las escondidas a esa hora de la noche,
No di con ella sino hasta que encontré su broche.
Frente a un cuarto abrí la puerta y estaba,
Ella estaba decapitada.

Salí corriendo al momento,
Sin poder pedir ayuda,
Sólo al viento,
Pero más adelante la conseguí y ella tenía una duda.

Su vestido estaba manchado de rojo,
Creí que era por el sueño y froté mis ojos,
Me tomó de la mano y dijo:
“Te dije que volvería, amigo"

No me soltaba,
Su fuerza era inhumana,
Caí al suelo y ella sólo soltaba risotadas.

Para dar fin a escena tan rara,
Sólo diré que ella no tenía cara,
Dolor me causaba pues ella mi cuello cortaba,
Y de un momento a otro en mi cama me encontraba.

“Malditos hospitales" pensé.

Bienvenidos a mis pesadillas.

–Arcaico.

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