el viejo

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Como siempre los últimos en el bar eramos el viejo y yo.
Y digo el viejo porque tenía más pelo en la nariz que en la cabeza. Obviamente carlitos también estaba, si no, quién serviría las cervezas.
El televisor estaba encendido en un partido de fútbol, deporte era el único tema de conversación posible entre nosotros, de política no hablabamos porque solamente sabía el viejo, y de mujeres, de mujeres no sabía ninguno, aunque daba lo mismo, el viejo era aburrido, y esa noche parecía no querer hablar
Carlitos usaba, lentes y era gamer en la tarde, por las noches atendía el bar; creo que no es necesario decir más que eso respecto a su tema con las mujeres. El viejo no hablaba de mujeres desde la muerte de su esposa once meses atrás, razón por la que había comenzado el vicio del alcohol.
Y yo, había tenido una novia hace mucho tiempo, cuando rondaba los veinte, que me cambio por mi mejor amigo, aunque eso es otra historia, el punto es que perdí la esperzanza con las mujeres después de eso, pero el viejo, esa noche, me las devolvió

Recuerdo que era viernes, y recuerdo también que era tarde, porque después de nueve cervezas el cuadro de marilyn monroe al lado de la barra siempre sonreía, y ya había comenzado a sonreír.

El viejo se comportaba extraño.
Pedía dos cervezas, tomaba una, miraba un momento hacia la puerta, y en un movimiento casi mecánico tiraba la segunda cerveza a la maceta, un cigarrillo de por medio y nuevamente pedía dos cervezas.

-¡Lleva así toda la noche!- dijo Carlitos mientras lo miraba
-A mi preocupa que la plantita se haga alcoholica- me burle.
-No juegues así Pepe, sabes que hoy sería su aniversario de bodas.
-Si, lo sé ¡pero que viejo loco!-dije, aunque luego me sentí culpable

El viejo comenzaba a desesperarse, y miraba la puerta cada vez más fatigado, sacó un cigarrillo, y agarró el vaso de cerveza para echarlo a la maceta, pero esta vez no lo hizo, alguien abrió la puerta del bar, Carlitos y yo nos quedamos mirando, no acostumbrados a que alguien llegara a esa hora.
En eso entró una mujer vestida de negro, cabello corto, plomizo y brillante, caminaba ágilmente para la edad que aparentaba, escuche al viejo decir-te estuve esperando-
Pero ella no respondió, se sentó al lado suyo y tomó la cerveza servida, como sabiendo que era para ella.
Tomó al viejo del brazo, y sin decir nada, salieron del bar. Fue primera vez que note alegría en su arrugado rostro.
Nunca más lo volvimos a ver, pero que esperanza me dio el viejo esa noche, ahora yo también echo cerveza a la plantita de la maceta, esperando que alguna mujer venga por mí.

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