Carta 2

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Hola chico del metro.

Sí, decidí iniciar así.

Pues, al volver de la universidad me llevé una gran sorpresa... ¡Estabas ahí!

Me senté dos filas atrás tuyo, me hubiera sentado a tu lado pero el metro estaba casi vacío y parecería rara si lo hubiera hecho. 

Como sea, desde atrás pude observar que movías tu cabeza de acuerdo al ritmo de la música que ponía el chofer. ¡Yo hago lo mismo!, sólo que con el pie, es como una manía...

Después, cuando el metro se llenó y ya no había sitio subió una abuelita y tú le cediste el asiento; lo cual me pareció súper caballeroso de tu parte. 

Una vez parado pude confirmar mi duda, tus ojos sí son azules, sólo que no se aprecian muy bien tras esas gafas.

Ahora tengo otra pregunta: ¿Tenemos los mismos horarios? 

Porque de ser así no pienso salir tarde de mi casa nunca más.

Atentamente,
Anónima.

El chico del metroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora