Cuando acabó el patio, subí hacia arriba, en las escaleras todo el mundo empujaba a todo el mundo. Nada más entrar en mi clase, ya todo el mundo me miraba raro. Me lo suponía. En la otra punta de la clase estaba la colla de amigos. Una pelirroja y un chico bajito se acercaron a mi y me dijeron:
- Oye chica nueva, ¿te apetecería venirte con nosotros?- dijo la pelirroja- Me llamo Noelia, ¿y tu?
Yo les dije mi nombre.
-¡Hola caracola!- me dijo el chico- Me llamo Alejandro, pero llámame por mi apellido, Diaz. Aquí hay muchos Alejandros- me dijo riendo.
Fui con ellos. En ese momento me sentí como si me hubiera quitado un peso de encima. Ya había hecho amigas.
Al acercarme habían 4 chicos. Uno de ellos me dijo:
-Hola guapo, soy Carlos, ¡encantado!- me dijo muy amable
Luego otra continuo:
- Hola, soy Zaira- me dijo amigablemente.
Otro chico salto y dijo:
- Homeeee, ¿que tal titi?, yo soy el Lopez.- me dijo con mucho humor.
Y luego, luego había un chico, un chico alto, moreno, con ojos turquesa, sí, turquesa. Muy guapo por cierto. Y me dijo
- Hola, me llamo Mario.- me dijo simpáticamente.
Madre mía, MADRE MIA. En ese momento me olvidé de él, no se como, no se por que, pero me olvidé.