Tentación a lo Prohibido

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A las once de la mañana, zarpó uno de los cruceros más lujosos de Japón rumbo a la isla Okinawa, la cual se encontraba ubicada al sur del país, siendo caracterizada por sus aguas cristalinas, ambiente tropical y hermosos paisajes.

Algunos pasajeros se encontraban admirados viendo el mar que se abría paso entre ellos, siendo la primera vez que eran capaces de contemplar algo tan hermoso, mientras que otros pasajeros como era el caso de los titulares de Seigaku que no era la primera vez que abordaban un crucero en primera clase, se sentían felices de revivir esos momentos. Tanto Eiji como Momoshiro gritaban ansiosos de llegar a la Isla, mientras los demás asentían a sus palabras con el mismo entusiasmo, ya que les hacían falta unas vacaciones de ese tipo hace mucho tiempo. No obstante, no todos se encontraban allí con los mismos objetivos, ya que cierto chico de cabello negro y ojos ámbar que se encontraba junto a ellos, había sido convencido/obligado de asistir sólo en celebración de los nacionales y porque realizarían entrenamiento especializado para potenciar sus habilidades. Suspiró alejándose de ellos, sus sempai parecían nunca madurar, aunque ya eran mayores, seguían actuando como si fueran unos niños. "Señor ¿Le ofrezco un jugo de uva?" Le había preguntado un mayordomo y él había asentido, considerando que era lo más parecido a una Ponta que podía obtener.

Caminó por los alrededores con la certeza de encontrar otra cosa más interesante de hacer que quedarse contemplando el mar sin hacer nada. Entonces localizó una silla de playa a lo lejos que se encontraba aislada de la gente ruidosa y decidió descansar en ella, el sol era tan cálido que se sentía agotado. Sería un largo viaje, sin duda. Cuando intentó cerrar los ojos un momento, sus pensamientos giraron en torno a cierta castaña de ojos carmesí que hace tiempo no veía,
"¿Qué será de ella?" Pensó, la última vez que había oído de ella, se encontraba en el extranjero con la entrenadora. Ya habia pasado un año de eso, quizás que sería de su vida en esos momentos, sin embargo no tenía motivo alguno de preocuparse por ello. Por lo tanto, tras ignorar su voz interna, se tumbó en la silla y apoyó su cabeza entre sus manos para mirar el cielo, las gaviotas rondaban los cielos emitiendo ruidos molestos que era capaz de tolerar. Cuando sus ojos comenzaron a cerrarse sigilosamente, escuchó cierta voz que si solía perturbarlo...Osakada gritaba su nombre a la distancia mientras daba zancadas hacia él. Sin duda las gaviotas eran más soportables que los gritos de esa chica.

-¡Ryoma-Sama! Creí que no vendrías.

-Yo también lo creí. -Se encogió de hombros y se levantó, quizás no debería haber ido.

-Por cierto ¿Has visto a Sakuno-? -Miró hacia todos lados. -La perdí de vista un segundo y desapareció.

-No la he visto. -Susurró, más bien ni siquiera hubiera imaginado que ella estaría ahí. Entonces se sintió feliz sin poder comprenderlo.

-Quizás dónde esté. -Se cruzó de brazos. -Ella y Sumire-Sensei llegaron anoche. -Le informó, leyendo sus pensamientos.

"Ya veo, así que ella está aquí." Pensó para sí, ignorando las palabras de Osakada. Sí habían llegado la noche anterior, de seguro el capitán estaba informado de que ellas estaban a bordo ¿Porqué nadie lo habría mencionado? Eso no importaba. Sí ella estaba ahí entre ese mar de gente, debía encontrarla. Pero no sabía cómo deshacerse de Osakada, quien en esos momentos permanecía a su lado. Entonces se sintió extraño, había admitido que quería encontrarla ¿Era realmente así? No, más bien debía hacerlo porque era su deber por ser la nieta de la entrenadora.

-¡Oh ahí está! -Exclamó Tomoka sonriente, apartando sus pensamientos existenciales de él. -¡Sakuno-Chan, por aquí!

Por más que Osakada gritara, Ryoma aún era incapaz de verla ¿dónde estaba exactamente? Quizás Tomoka sólo la estaba confundiendo, además no es como que ella destacara demasiado en medio de la multitud. No solía vestirse de un color llamativo, más bien siempre usaba el mismo atuendo. Entonces la vio y sin poder evitarlo, dejó caer su copa de jugo que sorprendió a su acompañante. No podía creer que esa chica de cabello castaño suelto y con algunas ondas era ella. Sakuno caminaba hacia ellos llevando un vestido de color rojo con escote que permitía moldear su figura y hacer notorio su busto que no era tan pequeño como creía. Tomoka corrió a su encuentro, ignorando la mirada atónita del príncipe. Sakuno seguía teniendo la misma mirada inocente que antes, pero algo en ella lo hacía experimentar sensaciones que jamás imaginaba que sentiría. No sabía si era por ese vestido, su cabello, el maquillaje que llevaba en sus ojos o el tono de sus labios. Pero no podía sacarle los ojos de encima.

Tentación a lo Prohibido (One Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora