Va armada.

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Va armada, detenle, antes de que me dispare con esa sonrisa perfecta, uso mis poemas como escudo, pero las balas de su comisura generan una bella curva en la cual no quiero ni puedo bajar la velocidad.

Va armada, detenle, su boca un puñal, que, al probarla, querré siempre que me vuelva a descuartizar los labios, a flagelar mi lengua y hacerme fuego el alma con la sangre de ambos, me gusta, me gustará siempre, aunque haya sucedido mil veces en mi mente, pero solo una como referente.

Va armada, su mirada me mata, sus ojos que están llenos de escritos de este poeta desconocido, los vuelvo a llenar de letras y hago caso omiso, que no es conmigo, aunque me desgarre la voz...

Que no me quiere matar, que sus armas no se empuñaran contra mí, que nunca las ha querido usar, aunque esté rendido a sus pies y ya de por sí sea una ironía que muera de dolor, sin ella querer matarme.

Qué me arde el pecho, qué el estómago me hierve en hiel, qué vomito versos del ácido estomacal que me causa tenerte tan cerca, de apreciar cada segundo juntos, como si fuese el ultimo respiro, respiro que me obliga a aprovechar hasta los átomos que nos separan y nos unen en el aire, que están en nuestras manos, en nuestras bocas, en nuestras pupilas, en mis, "te amare siempre" no dichos.

Va armada... Ojala alguien la tuviera que detener.

Que me mate.

Colección de Poesía CortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora