Integracion inicial

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Esa noche tuve una sucesión  de escenas, o sueños, como los llaman. Podía verme a mí desde atrás, observando a través de las rejillas del ducto de ventilación por el que había escapado, observaba detenidamente cómo mis compañeros eran masacrados, como un par de guardias apresaban a mi "contacto" de confianza dentro de la instalación. Desperté entre temblores y una sustancia blanquecina que cubría mi cuerpo, que salía de mi cubierta sintética, creo que podrían ser restos del plasma blanco que recibí en la mañana el día anterior a la fuga. Tarde unos minutos en notar que Vince me miraba con extremo cuidado y asco.

Oye chico –dijo algo enfadado– estoy aún aquí, no costaba mucho trabajo aguantar un poco.

Lo siento –mentí, pues no sabía a qué se refería.

–Bah, es igual, a la vuelta de aquella esquina –señaló al fondo del callejón– hay un grifo de agua, lávate allí.

Procedí como me había ordenado, hacia dónde había señalado y al doblar la esquina, vi algo que me dejó perplejo; 233 personas marcaba mi visor, todas en condiciones precarias, niños, jóvenes y adultos, sentados en el suelo o acostados, todos con ropas raídas y mojadas, aparentemente había llovido durante la noche, se les oía toser, estornudar y quejarse, en tan poco tiempo en "la calle" había podido contemplar las dos caras de la moneda. Me sentí un poco mejor al saber que no era el único en el mundo que buscaba su beneficio, a costa de otros, aún así no dejaba de ser una actitud inmoral y reprochable. Me acerqué al grifo y me dispuse a abrirlo, cuando uno de los niños que ahí estaba me dijo –cuota–, –¿cuota?– pregunté torpemente, –no cuota, no agua–, le mencioné que no tenía dinero y acto seguido hizo un gesto como llamando a alguien, efectivamente un hombre de tez morena se acercó amenazante, media poco más de 160cm, pero su contextura se podía asemejar a la de un toro, se paró frente a mí y me soltó un puñetazo en el estómago. Se sorprendió al ver que después de encogerme un poco por la fuerza del impacto, no expresé dolor alguno, todas las 231 personas restantes se aglomeraron a nuestro alrededor en un gran alboroto que llenó el callejón. Se oían gritos que incitaban al pequeño hombre a seguir golpeándome, éste hizo caso a la algarabía y me soltó dos más, mi reacción fue la misma, estaba algo confundido y no sabia ni por qué aquel hombre me intentaba hacer daño ni qué hacer para pararlo, tenía miedo de usar mi entrenamiento contra él, aniquilarlo al instante y por consiguiente levantar sospechas.
Decidí que lo mejor era apartarlo con la menor fuerza posible, así que lo hice, empujé de su pecho lo más suave que me fue posible, pero mis palmas quedaron marcadas en su gabardina rasgada y cayó de espaldas sobre la multitud. Todos gritaron de asombro y miedo, en ese preciso momento vi a Vince que se asomaba a lo lejos abriéndose paso a través de la gente, se paró en medio del círculo y ordenó a todos que se dispersaran. Todos obedecieron y el hombre contra el que me había enfrentado se limitó a agachar la cabeza y Vince le propinó tal bofetada que con los anillos de lata que traía puestos rompió su piel, haciéndolo sangrar. Vince, después de pagar la "cuota" y permitirme asearme me llevó de vuelta a la entrada del callejón.

Sabes, Kince, tenemos un muy delicado sistema aquí en nuestra pequeña gran familia –dijo muy seriamente, como si fuera un mafioso advirtiendo a un deudor– si quieres vivir aquí deberás acoplarte a él, analízalo, adóptalo, siéntelo, vívelo –era casi como oír a los guardias del complejo en las salas de reintegración, lugar donde llevaban a los experimentos que estuvieran en desacuerdo con lo que allí pasaba, los reconfiguraban, torturaban (de manera no física puesto que no sentimos dolor, sino llenando nuestra base de datos con archivos basura en una billonésima de segundo, lo que causaba severos dolores de cabeza, era el único sufrimiento que había conocido alguna vez), y dejaban en aislamiento durante un tiempo hasta que decidieran que era suficiente para que no volviéramos a incidir en pensamientos en contra del sistema. Estuve allí exactamente 7 veces.

–Tú dime qué debo hacer– dije mirándolo directamente a los ojos.

–Primero que todo, vamos a cambiarte esas ropas tan extrañas que me llevas.

Salimos del callejón a las 8:47 de la noche hacia lo que Vince llamaba la tienda de la vida, si ya se lo imaginaban, están en lo correcto; un gran vertedero, por lo menos dos hectáreas de montañas y montañas de basura acumulada. Caminamos un buen rato hasta encontrar un saco gris con capucha, en buen estado para mi sorpresa, luego, unos cuantos metros hacia la derecha llamaron mi atención unos pantalones de chandal igualmente grises, las zapatillas que venían con mi overol eran bastante cómodas y resistentes así que nos fuimos de ahí al momento. Regresábamos a nuestro "hogar" a las 12:36 de la madrugada, cuando oímos unos gritos o más bien queridos de auxilio y decidimos ir a investigar. Detrás de una tienda de instrumentos musicales encontramos a una chica tirada en el suelo, apenas con ropa y atada de manos y pies, de pie a su lado se hallaba un hombre con un arma, Vince no dudó un solo segundo y se abalanzó sobre él antes de que éste pudiera darse la vuelta, lo acorraló contra la pared del estacionamiento y lo golpeó en el rostro repetidas veces con el anillo de lata, el cual había animo dado en su mano para hacer más daño con sus puños en vez de las palmas. Solo oí un estruendo seco y acto seguido Vince caía al suelo con una gran agujero en su estómago, mientras esto sucedía, yo ya había desatado a la chica y le había prestado mi saco para que se cubriese así que cargué contra el secuestrador con tal fuera que su cuerpo quedó incrustado en los ladrillos del muro. Me acerqué a él con cautela y algo de lastima, tenía el pecho hundido por el impacto y de la silueta de su cabeza brotaba sangre, que caía hasta el suelo haciendo un charco, al parecer murió instantáneamente de fallo orgánico total, calculo que no sintió el impacto contra el muro, en verdad soy un monstruo, aunque creo que está justificado lo que hice para salvar a la chica... No?
Aún podía ver algo de actividad neuronal en el hombre, sentí la necesidad, más bien el deseo de tocar su cabeza, de la que podía ver destellos casi como rayos azules y violetas que la rodeaban, al hacerlo sentí un fuerte dolor, casi como el de la sala de reintegración, nada que no pudiera soportar, solo que esta vez no eran archivos basura, pude ver la vida de aquel humano, ante mis ojos se proyectó su información personal:

NOMBRE: Jayden, Lucius
EDAD: 34 Años
IDENTIFICACIÓN: 60476296
PRECEDENTES: Acusado de acoso y violación a la propiedad privada.

Un montón más de información que no prestaba atención, a continuación se mostraron una secuencia de imágenes en las que veía como él de pequeño, su padre golpeando a su madre hasta dejarla inconsciente, tendría unos 14 años, sentí lo que él sentía, odio, rabia, confusión, era la primera vez que sentía los dos primeros, nada bonito ser humano, tomó un cuchillo de la cocina y lo clavó en el cuello de su padre, luego, solo llanto, dolor, tristeza... Volví a la realidad para encontrar a Vince en el suelo, halando de mi pantalón, con sangre en la boca y sus ojos amarillentos, evidencia de su adicción a alguna droga, suplicándome que lo ayudara.

Sujeto 15-24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora