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Bruce

Ya eran casi las once. Ya había tenido tiempo de cenar y de ducharme.
Estaba aburrido y la luz de ranita estaba encendida.

Di dos toques.

- ¿que?

- vaya humor

Le hice una señal para que apartase de la ventana y entre de un salto en la habitación.

- Bruce no tengo ganas de tus juegos ahora - dijo con un tono cansado

- te recuerdo que me debes cuarenta y ocho horas

- si, las peores de mi vida

Rodé los ojos y me tiré sobre su cama.
Es mucho mas cómoda que la mía.
Entonces nos quedamos en absoluto silencio, era un poco incómodo ya que no tengo mas escusa que la apuesta para estar aquí.
De pronto se hicieron presentes los gritos en casa. El silencio hacia que estos resonarán por toda la casa.
Miré a Dawn era evidente que estaba incomoda. Eso era lo que sus padres no sabían de ella. Varias veces tuve que cerrar mi ventana a causa de los gritos de sus padres y muchas veces había oído a Dawn llorar por las noches.
Dudo que ellos sepan el daño que le están haciendo a su hija.

- ¿quieres hacer una fiesta de pijamas?

Lo dije sin pensar en nada en absoluto, no quería ver llorar a ranita.

- ¿ahora?

- sí, venga vamos - la arrastre hasta la ventana

No opuso resistencia, ni siquiera intento negarse.

Solo me siguió.

Del otro lado de la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora