"Los días parecen tan lentos, transcurren tortuosos. Pero en ese entonces, que iva yo a saberlo"
Era un día soleado; muy caluroso.
Una semana ardua de trabajo, de un lado a otro, subiendo y bajando, quitando el polvo de cada rincón de ésta casa.
Estaba sudoroso y mi nariz ya había respirado demasiadas partículas de polvo así que lo siguiente fue una ducha.
Hoy por fin me tomaría el tiempo para recorrer el pequeño pueblito y sus alrededores.
Salí de casa aún con el cabello húmedo. Era domingo así que obviamente llevaba puesta mi playera de Madonna. Caminé sin importar a donde, las casas eran coloridas y las calles angostas.
Caminé hasta que me topé con una rústica fuente de tres pisos. El agua no era del todo cristalina pero se alcanzaba a ver algunas monedas en el fondo.
Parecía un buen lugar para perderte del mundo, olvidar todo mientras salpicaban gotitas en la espalda.
Me senté sobre el borde y la brisa me refrescó ligeramente. Me atreví a cerrar los ojos e incluso a dejar salir un suspiro.
Después de todo, era un lugar muy diferente pero las pesadillas seguían arruinandome las noches.
Me preguntaba si algún día podría dejar todo atrás. Despertar una mañana y no recordar nada por inercia o tal vez mi fin llegaría antes de poder averiguarlo.
Otra vez tenía miedo e impotencia, mucha impotencia.
Sentí suaves risas a mi espalda y bendito sea el amor joven que me sacó de mis tormentosos pensamientos.
Un par de adolescentes se sentaron al lado opuesto de mi. Una muchacha de cabellos castaños, de silueta sutil y risa encantadora. Y un muchacho frente a ella sosteniéndola de la cintura, él, un poco más alto y de aspecto rebelde, con el cabello negro callendole sobre los hombros.
La fuente y yo fuimos testigos del voraz beso que el par de novios se dieron.
Llámenme anticuado pero jamás me acostumbraré a ese deshinibido comportamiento hormonal de los adolescentes. Pero aun los seguía mirando y si alguien se diera cuenta, pensarían que soy un depravado solo observando a dos personas que se dan amor.
Giré inmediatamente la cabeza y me distraje mejor con el pequeño pájaro que llegó a tragar migajas del suelo.
"¡Frank!" escuché a alguien gritar y por alguna razón, creí conocer la voz.
Los besucones a mis espaldas se separaron - lo sé porque el sonido húmedo que producían se dejó de oir -.
"¡Frank!" se volvió a escuchar.
Y pues claro, conocía la voz porque el gritón era "Todd" el rubio grosero de la tienda, que apareció de repente de no sé donde y caminó hacía el otro extremo de la fuente, contrario a mí.
"Lo siento, muñeca. Dejaremos ésto para otro día" le dijo a la joven. "Frankie tiene que venir conmigo"
"Te veré el lunes" dijo el rebelde antes de soltarle un último beso - no muy discreto - en los labios.
Y así se alejaron. El más bajo, con una sonrisa torcida y el otro... Bueno, el otro seguía sintiéndose un semi- dios.
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Culpable
Fanfiction" No me volvería a besar. No me volvería a abrazar. No me volvería a sonreír. No volvería a respirar. Yo no volvería a amar. " Cuando el poder gobierna sobre el amor, y la tiranía pesa más que que la pasión. "Ésto todavía no termina, es solo una...